lunes, 28 de febrero de 2022

00939 El Chocolate con Churros

 Y VICEVERSA


No sé si me gusta más el chocolate con churros o los churros con chocolate. Sería un largo y estéril debate. De lo que no me cabe duda alguna, es que me sienta fatal, aún gustándome a rabiar uno y otros. Dicen que son cosas de la edad.

Cuando ahora se tercia la posibilidad de sentarme ante un buen chocolate con churros, me lo tomo como si se tratase de  una fiesta aún sabiendo que luego me pueda arrepentir de haberlo hecho. Son tan contadas ocasiones al año las que ingiero tal manjar, que lo disfruto como si no hubiese un mañana. Si mi mesura fuese determinante con la dorada y alargada masa de harina, agua y una pizca de sal, frita en aceite y espolvoreada de azúcar, sería más llevadero y a lo mejor podría aumentar el número de veces las que me acercara hasta esta maravillosa combinación alimenticia. Pero como no es el caso, como no tengo talento ni cuidado alguno, me tengo que conformar con sentarme ante ellos en contadas ocasiones, siempre con una botella de agua bien fría a mano y siempre también, rezando para que su ingesta sea lo más llevadera posible. ¡Qué sé yo las veces que he tenido que reprimir mi tentación por un buen chocolate con churros! Hasta he tenido que desviar la mirada cuando he visto a alguien untar un crujiente churro en el cremoso chocolate o hacer como que pierdo temporalmente el olfato cuando paso junto a una churrería. ¡Qué tentadores que son!

Llegado el caso, cuando tengo la oportunidad de sentarme frente a un chocolate con churros, no puedo evitar de exhibir una sonrisa y recordar momentos y tiempos felices. Y es que churros y chocolate van íntimamente ligados a eso, a instantes y días de felicidad y dicha: Festividades, cumpleaños, desayunos dominicales en familia, fiestas, vacaciones, ferias, meriendas improvisadas en casa con la ayuda de mi heredada churrera doméstica y recogida en este caleidoscopio vital en la entrada número 340. Y cuando todo esto recuerdo, me digo que algo tan lleno de ingenuo placer, felicidad, dulzura y sugerente sabor, nunca puede sentar mal. Y oye, como que funciona. O quiero que así sea.

Me he interesado en saber cuál es el origen del churro y no parece estar muy claro. Algunas fuentes señalan que su receta fue creada a partir de una preparación china llamada youtiao, siglo XII, que no es otra cosa que una masa de pan, salada y frita. Otras fuentes apuntan que es difícil que el churro se originara en China y lo asocian más a la receta del buñuelo, de origen árabe.

También he podido leer que para encontrar las primeras churrerías que hubo en España, hay que remontarse al siglo XIX en la provincia de Zaragoza, "donde el producto se volvió popular entre la población más humilde, consumiéndolo en las fiestas y verbenas". Y que el nombre de churro proviene de las ovejas autóctonas de Castilla y León, donde los pastores acostumbraban a consumirlo, ya que su elaboración en hogueras era más sencilla que el pan, que necesitaba un horno de leña. 










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