PEQUEÑA GRAN DELICIA
Cuando digo que la carne de membrillo que elaboramos en casa nunca nos sale igual, me refiero sobre todo a su textura. Desconozco el motivo, pero tan pronto conseguimos una carne dura de cortar, como a mí me gusta, como blanda para untar, que a decir verdad, tampoco me disgusta y que aprendí a valorar en su justa medida hace algunos años ya, tras probar en tierras cántabras un exquisito e inolvidable yogur con membrillo. Así que cuando esto sucede, que después de vueltas y vueltas al membrillo en el fuego, casi hasta la desesperación, sin conseguir la textura apetecible y deseada, lejos de despreciar su resultado, envasamos el dulce membrillo como si tal cosa a la espera de que llegue a casa un buen y cremoso yogur natural artesano.
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