sábado, 27 de junio de 2020

00919 La Salsa de Tomate

CASERA


En algún momento de este largo trayecto ya he dejado constancia de mi gusto por las salsas, pero si hay una por la que tengo auténtica querencia, esta es la salsa de tomate casera.

Como no podía ser de otra manera, la aprendí de mi madre. No me enseñó a hacerla, no. La interioricé de tantas veces ver cómo la elaboraba, como tantas otras cosas. Mi madre decía que esta salsa servía "tanto para un roto como para un descosido". Acostumbraba a utilizarla para un buen número de platos: huevos, carnes, pescados, guisos, albóndigas, arroz blanco, verduras, pasta..... Desde siempre me ha parecido una salsa deliciosa.

Esta salsa la tenia un tanto descuidada últimamente en beneficio de la comodidad envasada. Nada que ver, pero los tiempos modernos imponen sus leyes. El verano pasado, gracias a mi reincorporación al mundo de la horticultura, me reencontré con ella. Cómo no hacerlo teniendo los ingredientes frescos y sabrosos al alcance de la mano. Casi a diario hacía salsa de tomate, máxime cuando mi hija pequeña, Jara, se relamía y también la utilizaba para todo.

Nunca me he interesado por las cantidades exactas a utilizar, ya que está siempre deliciosa. Es la típica elaboración realizada a ojo, "según veas", como se suele decir. Los ingredientes: tomate, cebolla, pimiento, aceite de oliva virgen, sal y una pizca de azúcar. En ocasiones añado también un par de cayenas.

Su elaboración es muy sencilla. En una sartén se pone a calentar aceite de oliva virgen. Cuando esté caliente, incorporamos el tomate cortado a trozos. Una vez veamos que el tomate comienza a desprenderse del agua y empieza a hervir, incorporamos la cebolla, el pimiento, el ajo, la sal y la pizca de azúcar. Dejamos cocer todo hasta que todos los ingredientes los veamos ya cocinados. Solo restará triturar la salsa ayudados de un brazo de cocina y pasarla por un chino para que nos quede limpia de "tropezones".

La salsa podemos envasarla y conservarla en el frigorífico. Aguanta bien varios días. Bueno, la verdad es que no sé muy bien cuántos, pues en cuanto dejo el bote en el frigorífico, apenas le da tiempo a acomodarse en él.









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