BENDITO AZAR
Siempre he considerado que si hubiera que elaborar un listado
de “por si acaso” o “de imprevistos” para despensas y alacenas de nuestros
hogares, los protagonistas de esta entrada tendrían un lugar privilegiado.
Cuántas veces no habrán formado parte de alguna inesperada improvisación
gastronómica, matado el gusanillo o nos habrán evitado continuos viajes al
frigorífico. Y es que los picos de pan, a mi entender, son unos grandes aliados,
además de ser un delicioso, entretenido, crujiente e incansable capricho
alimenticio. Mientras esto escribo, me han venido a la cabeza un buen número de
imágenes de mi “otra vida”, la laboral, en la que participé en comidas, cenas y
“saraos” varios, en los que antes de servir la comanda a los invitados convocados,
se lanzaba el parlamento pertinente, pocas veces atractivo y gratificante. Y
qué mejor manera para acompañar “la muermez”, que entretener a los asistentes con
unos picos de pan con algo. Entre la copa de vino, los picos y el algo, la
verdad es que la verbal “tortura” se hacía más llevadera.
Los picos de pan acompañan con destreza y saber hacer a un
buen número de alimentos. A bote pronto, y de una larga lista, se me ocurren,
embutidos, quesos, ahumados, carne de membrillo e incluso platos elaborados
como la ensaladilla rusa o el gazpacho.
Por lo que he podido leer, el azar vuelve a repetir
protagonismo en el origen de este humilde y pequeño alimento. Hay varias
teorías, pero la más extendida hace referencia a la casualidad. Al parecer, a
mediados del siglo pasado unos panaderos tuvieron más tiempo del debido el pan
en el horno y comprobaron que las zonas externas quedaban más crujientes y
sabrosas. De esta manera, comenzaron a elaborar pequeños palitos con la masa
sobrante del pan, que dieron como resultado lo que conocemos como picos.
Se elaboran con harina de trigo, agua, levadura y sal,
aunque también se acostumbra a añadir aceite de oliva virgen extra para
dotarles de su característico sabor. La ausencia de humedad interior permite
que se puedan conservar durante largos periodos de tiempo. Según los expertos,
el crujido es una de las características más adictivas de este minúsculo pan.
A mí me parecen todo un delicioso acierto.
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