jueves, 25 de mayo de 2023

01125 Las Tortas de Aceite

SEVILLANAS


Cuando visito un lugar, pueblo o ciudad, me gusta dejarme llevar por sus productos típicos. Abrir mis sentidos a nuevos gustos y probar el resultado de otras formas de cocinar. Salvo alguna contadísima excepción, la experiencia hasta la fecha es deliciosa y enriquecedora.

Un ejemplo de lo dicho son las tortas de aceite sevillanas. Hasta que supe de su existencia, había probado otras variedades de origen bien distinto. Al fin y a la postre, una torta de aceite no es otra cosa que una elaboración de panadería o repostería, con forma de torta, plana y redonda, que se cubre con aceite de oliva. Y a partir de aquí, la tradición popular del lugar, introducirá condimentos e ingredientes que marcarán su distingo con respecto al resto.

Las tortas de aceite sevillanas las conocí hace unos diez años en mi primera incursión real a la sorprendente Andalucía. Fue en tierras onubenses, donde pasamos unas familiares vacaciones veraniegas. No recuerdo con exactitud cómo llegaron al apartamento. Supongo que las veríamos en algún supermercado, nos harían gracia y acabaríamos comprándolas. De lo que sí me acuerdo a la perfección, es del grato sabor que me dejó la primera que probé: crujiente, dulce, suave y anisada. Y que no comí solo una, sino tres. Huelga decir que, a partir de ese día, las tortas pasaron a convertirse en algo habitual en nuestra cesta de la compra vacacional. Incluso nos trajimos un par de paquetes al regreso de las vacaciones.

Ya en casa, ¡Oh, sorpresa!, un día haciendo la compra, pudimos comprobar que en un supermercado se exhibían en sus estanterías, para nuestra perdición, estas tortas de aceite. No diré, mentiría, que siempre las tenemos presentes, pero sí que son motivo de algún capricho que otro. Como anécdota, en mi último cumpleaños no hubo tarta de celebración, sino tortas de aceite sevillanas, acompañadas de unas bolas de helado de stracciatella. Otra de mis múltiples debilidades.

Abundando en este dulce manjar, diré que estas tortas son típicas de la localidad sevillana de Castilleja de la Cuesta, donde se elaboran desde el siglo XIX. Se dice que «fueron Inés Rosales y Concepción Cansino las pioneras en la fabricación de estas tortas, que se llevaban en canastos para venderlas en Castilleja y en Sevilla, y pronto surgieron otros obradores dedicados a su elaboración». Estas tortas están protegidas por la denominación Especialidad Tradicional Garantizada de la Unión Europea. Las tortas de aceite de Inés Rosales son las más populares, si bien hay otras casas que las producen. Aunque la torta más popular y consumida es la de aceite y anís, también se comercializan de naranja, de romero y tomillo, de canela, de sésamo y sal marina, y sin azúcar.

Si te animas a elaborarlas en casa, aquí va la receta.

Ingredientes: 100 gramos de aceite de oliva virgen extra, 15 gramos de anís en grano, 140 gramos de agua, 360 gramos de harina de fuerza, 20 gramos de levadura fresca, 40 ml de anís dulce de licor, 20 gramos de semillas de sésamo, 60 gramos de azúcar, ralladura de limón, media cucharada de sal y azúcar para espolvorear.

Elaboración: Poner en un recipiente el aceite, la ralladura de limón, el anís en grano y calentar al microondas durante 45 segundos, con el fin de que se caliente el aceite y se infusionen los sabores, pero sin que se fría el aceite. A continuación, poner en un bol la harina tamizada y disolver la levadura en un vaso de agua tibia. Una vez disuelta, añadir el licor de anís, el aceite infusionado con la ralladura de limón y el anís en grano, el azúcar, la sal y el sésamo. Mezclar todo bien. Hacer un volcán con la harina y añadir todos los líquidos. Mezclar y amasar. Formar una bola, tapar con un trapo y dejar fermentar hasta que doble su volumen. Hacer bolas de unos 50 gramos cada una. Aplastar cada bola con la palma de la mano y estirar con un rodillo hasta dejar la masa lo más fina posible, procurando darle una forma redondeada. Colocar las tortas sobre bandejas de horno, cubiertas con papel sulfurizado, y espolvorear cada torta con azúcar. Pre calentar el horno a 220 grados centígrados e introducir las tortas durante 6/7 minutos o hasta que comiencen a tomar color. Dejar enfriar y consumir.

 




miércoles, 24 de mayo de 2023

01124 Las Anchoas Rellenas de Pimiento del Piquillo

LIGERO Y SIN COMPLICACIONES


Me resulta fascinante comprobar lo bien que ligan las anchoas con sus variopintos rellenos, aunque algunos parezcan imposibles. Hasta la fecha, las he probado rellenas de beicon, queso, jamón y queso, de bonito con tomate, alcaparras, txangurro, brandada de bacalao, de pisto y de pimientos del piquillo. Cada relleno tiene su gracia, pero si puedo elegir, siempre me decantaré por los rellenos que, en este caso, contengan vegetales o fauna que proceda del mar.

En esta ocasión, propongo unas anchoas rellenas de pimientos del piquillo. Ya he comentado mi afición por las anchoas y mi gusto por los pimientos del piquillo. (Espero, a no mucho tardar, poner orden a este caleidoscopio vital y poder referenciar con el número de entrada, aquellos elementos, recetas, lugares, etc…, ya recogidos en las diez mil cosas que me gustan) Por separado, anchoas y pimientos me encantan. Así, que unidos, me encuentro ante una obra gastronómica deliciosa. Además, se trata de un plato ligero, con cero complicaciones y un magnífico resultado.

Ingredientes: anchoas frescas, una lata de pimientos del piquillo, un huevo, harina, aceite de oliva virgen y sal.

Elaboración: Limpiar las anchoas, quitándoles cabeza, tripas y espina dorsal. Dejar solamente los lomos abiertos como un libro. Salar los pimientos del piquillo y pasar ligeramente por la sartén con un poco de aceite de oliva. Reservar. Salar las anchoas y colocar entre dos anchoas, con los lomos abiertos, un pimiento del piquillo. Pasar las anchoas por harina y huevo batido, y freírlas en una sartén con abundante aceite a fuego alto. Cocinar hasta que se doren, sacarlas de la sartén y servir. 




martes, 23 de mayo de 2023

01123 Los Mejillones en Salsa de Tomate Picante

 DE TODO MI AGRADO


Hace tiempo que no paseo por aquí a uno de mis moluscos favoritos, que no es otro que el mejillón. Ya he comentado en alguna ocasión que me gustan de cualquier manera. Me da igual que se presenten simplemente hervidos que, con tomate, rellenos, en conserva… Tratándose del mejillón, todo me va bien. La forma de sacarlos a la mesa dependerá del tiempo que tenga a bien dedicarle en la cocina. En esta ocasión, voy a entregarme a él para cocinarlo con la “alegría” que trae el picante. Como siempre, receta sencilla y de todo mi agrado.

Ingredientes para 4 personas: Un kilo y medio de mejillones, 1 cebolla, 1 pimiento verde, 2 dientes de ajo, ½ kilo de salsa de tomate, 1 vaso de vino blanco, 3 cayenas, aceite de oliva virgen y sal.

Elaboración: Limpiar bien los mejillones e introducirlos en una cazuela con el vino blanco. Cocinar hasta que se abran. Reservar. A continuación, picar la cebolla y pocharla en una sartén con un poco de aceite de oliva. Una vez pochada, añadir los ajos y el pimiento verde, también picados. Sazonar. Cuando la verdura esté en su punto de cocinado, incorporar las tres cayenas (2 enteras y la tercera desmenuzada). Añadir parte del jugo de los mejillones y la salsa de tomate. Cocinar hasta que hierva la salsa e incorporar los mejillones con su concha. Cocinar removiendo durante unos cuatro minutos y servir.

 




lunes, 22 de mayo de 2023

01122 Te Recuerdo

 PEDIR PERDÓN


Te recuerdo tumbada en la hierba
con la mirada perdida
en un enjambre de ramas.

Tu apasionada voluntad de olvidar,
inquietaba hasta las sombras
que parecían querer adueñarse del verde prado.
De ese mismo primitivo lecho
en el que solo las flores campestres
fueron testigos de nuestra festiva felicidad.

Azuzado por el recuerdo,
sentí deslizarse por mi pecho
una corriente de aire frío
y el deseo de volver a empezar.

De rodillas,
apreté los dientes, 
tragué saliva
y tomé tu mano.

Decidido, 
acerqué mi boca
hasta tus labios
pronunciando perdón.

Desolado,
me encontré tendido en el suelo,
como de prestado, 
con mis fantasmas,
sin tus labios,
con frío, 
sin tus manos
y con un perdón, 
jamás pronunciado.



                                                                                    
                                                                                    





domingo, 21 de mayo de 2023

01121 De Nuevo las Ensaladas

TOMATES SECOS AL ESTILO ITALIANO


Llega el tiempo de empezar a sacar a la mesa la legión de ensaladas. Desde las más sencillas hasta las más caprichosas. Todas tienen cabida a partir de ahora. Todo dependerá de lo ocurrente que uno esté o de las ganas que se tengan de invertir en la cocina. De momento, comenzaré por una muy, muy sencilla, pero con un delicioso sabor, mor de los tomates secos al estilo italiano.

Los tomates empleados los trajimos el pasado verano de nuestro soñado viaje a Italia. No obstante, los habíamos probado con anterioridad, pues se pueden encontrar en algunos supermercados. Incluso, hace cuatro años nos pegamos la “gran currada” y los hicimos en casa. Obviamente, no los dejamos secar al sol, como hacen en el sur de Italia, sino que nos ayudamos del horno a baja temperatura. Quedaron bastante aceptables, aunque no hemos vuelto a repetir la experiencia.

La gracia de estos tomates está en las hierbas y especias empleadas en su conservación, y en el buen aceite utilizado. Además de ajo y guindilla, se acostumbra a incluir orégano, albahaca o tomillo, amén de anchoas y alcaparras. Todo un mundo al respecto y con un buen número de recetas a cada cual más atractiva.

Los tomates empleados en esta ocasión, según leo en la etiqueta del tarro italiano, además de tomates secos, llevan aceite de oliva, vinagre de vino, alcaparras, sal, cebolla, ajo, especias y plantas aromáticas (no se especifican).

Como he comentado con anterioridad, la ensalada no puede ser más sencilla: lechuga, mozzarella, tomates secos al estilo italiano troceados, aceite, vinagre y sal. ¡Bien para empezar!

Queda inaugurado el festival gastronómico de las ensaladas.

 




01120 El Churrasco de Cerdo a la Brasa

MANÍAS


Mi relación con esta pieza de carne es curiosa. Nunca la he comida en casa. Siempre fuera. La razón de este hecho estriba en que como más me gusta es a la brasa y en casa, es complicado. Está la alternativa del horno, claro, pero ya no es lo mismo. Es una carne que asocio a la brasa y de allí no salgo.

Esta pieza de carne que cubre el costillar, otra manía, la tengo asociada al invierno. Posiblemente, alguna haya caído en otra estación del año. No lo dudo, pero lo habitual y a conciencia, es que la demande en la fría estación y en algún restaurante del Pirineo aragonés, coincidiendo con alguna escapada.

Y una última curiosidad para mermar mi ignorancia. Me acabo de enterar en este momento que, según la Real Academia Española, “churrasco” es una “carne asada a la plancha o a la parrilla”, y “churrascar” proviene de “churrar”, que significa “tostar” o “poner algo a la lumbre”, para que lentamente se introduzca el calor y se vaya desecando, sin quemarse, hasta que tome color.

No me he dado tozolones contra la pared para no hacerme más daño.

 



viernes, 19 de mayo de 2023

01119 El Jamón Pasado por la Sartén

 CHULLA DE JAMÓN


¡Qué cosa más rica! Tanto, que puede que se encuentre entre lo más destacado de mis debilidades gastronómicas. En la actualidad no acostumbra a estar en mi dieta como lo estuvo en mis años mozos. Por eso, cuando se da el caso, disfruto de este manjar lo que no está escrito, como si no hubiese un mañana.

Mentar el jamón pasado por la sartén, es para mí, remontar el vuelo a los días de mi infancia y juventud, en casa de mi abuela Genoveva, en Alcalá de Gurrea. Todavía la puedo recordar llamando a mi tío Segundo para que fuese a la bodega a cortar "unas chullas de jamón para pasarlas por la sartén y que meriende el crío". Esas meriendas eran sublimes, como lo era también, cuando tocaba, el "macarrón" o rebanada de pan de hogaza con un buen chorretón de vino y azúcar. Esto último lo dejaré para otro día. 

Digo merienda, me refiero al jamón pasado por la sartén, por centrarlo en el día. Pero sabiendo mi abuela lo que me gustaba y siempre en el afán por complacerme, me podía encontrar con semejante manjar tanto a la hora de almorzar como para cenar. Era una apuesta segura: el aceite de "casa"; el jamón, de la matacía, también de casa y curado en la bodega, como no, de casa; y el pan, como si fuese de casa, de la panadería de Alcalá. ¡Explosión de júbilo la que me trae el recuerdo!

Por aquellos años, fuera de los dominios de mi abuela, también acostumbraba a pasar por la sartén el jamón. No era lo mismo, pero no dejaba de ser una tentación. A mi madre, aunque no debía catarlo, también le encantaba, y de vez en cuando, muy de vez en cuando, nos dábamos el gustazo. A ella se lo servía con una rodaja de pan de barra. En cambio yo, que estaba en edad de crecer, me "apretaba" unos bocadillos, que para ahora los quisiera. Eso sí, sin olvidar de untar el pan en el aceite sobrante que quedaba en la sartén después de freír el jamón. ¡Qué pasada de bocadillo!

Ahora, de bocadillos ni hablamos, pero sí que en esporádicas ocasiones, me gusta recordar ese inolvidable sabor del jamón pasado por la sartén, su gusto a antiguo y verdad, y su inconfundible olor a cocina querida.



jueves, 18 de mayo de 2023

01118 Es Hermoso

 HERMOSURA


Es hermoso escuchar el tenue
sonido del aire.
Inventar y construir su destino, 
mientras mis ojos corren monte arriba,
muy alto, 
hasta el bosque.

Es hermoso contemplar un paisaje
que siempre espera, sin ansia, 
sin prisa, sin tiempo, 
sosegado y evocador de recuerdos palpitantes.
Sentir que soy un anónimo pasajero más,
sin otra aspiración 
que formar parte de un excitante
atardecer estremecido.

Es hermoso sentir la llamada,
queda y tranquila,
de una visión libre, gentil y confortable.
Permanecer eternamente
en algún rincón de la campiña,
aun cuando solo sea por dar alivio
a mi infantil fantasía. 


Hermosura, según la R.A.E: Cualidad de una persona, animal o cosa capaz de provocar en quien los contempla o los escucha, un placer sensorial, intelectual o espiritual.
                                                                             





martes, 16 de mayo de 2023

01117 Las Patatas de Fin de Año

 SIN COMPLICACIONES


He comentado en alguna que otra ocasión, mi inclinación a denominar con nombres propios, de referencia o de situación, a determinados platos o elaboraciones gastronómicas. Mi listado en este sentido, empieza a ser amplio.

En esta ocasión, traigo, hasta este caleidoscopio vital, mi último bautizo a unas patatas al microondas, con mayonesa y una anchoa, o lo que es lo mismo, las patatas de Fin de Año. Fue mi aportación a la última cena de 2022.

Desde hace muchos años, en mi familia tenemos por sana costumbre, reunirnos en una casa de turismo rural para despedir el año y darnos los buenos propósitos para el siguiente. Al principio, la versión familiar era reducida, unos doce, y se elaboraba una cena al uso y para la ocasión. Para la comida de Año Nuevo, habitualmente nos íbamos de restaurante.

Con el paso de los años, la familia ha ido creciendo y se han incorporado a la cita otros hermanos. Por resumir, el año pasado nos contábamos en Enciso, La Rioja, muy cerca a la localidad de Herce, en número de treinta. 

Cuando la reunión comenzó a ser multitudinaria, pusimos en práctica la idea de hacer un concurso de tapas. Así, cada adulto tenía la obligación de hacer una tapa para cada uno de los asistentes. ¡Una barbaridad! El día de Año Nuevo todavía seguíamos comiendo tapas.

Los niños ya han crecido y son adultos, con lo que también se han incorporado al tapeo. La única novedad es que ya no hay concurso, fuera presiones. Que cada uno haga para el resto lo que le apetezca. No a todo el mundo le gustas cocinar, pero todos se empeñan en agradar. Lo cierto es que al final, sobre las alargadas mesas se exhiben deliciosos bocados y de calidad. ¡Otra barbaridad! El desayuno del primer día del año,  parte de la comida, y también de la cena, es a base de las tapas sobrantes.

Este año monté una tapa que pudiera gustar tanto a los niños, pocos ya, como al resto del personal y sus rarezas. Pensé en la patata como base, que gusta a todo el mundo. Luego era cuestión de darle un plus. Así que me incliné por la mayonesa y acompañarla de una anchoa. Las patatas están cocidas en el microondas, en unas pequeñas bolsas adquiridas en un popular supermercado. Una vez hechas, tardan unos siete minutos en cocerse, se sacan de la bolsa, se aplastan ligeramente, y se les incorpora una mayonesa casera y una anchoa de lata. Se culmina con unas escamas de sal Maldon, sin pasarse.

Cincuenta hice para la ocasión, y ni una quedó de muestra para el desayuno de Año Nuevo. 

 









lunes, 15 de mayo de 2023

01116 Una Tortilla Floja y un Tomate

 UN TOMATE Y UNA TORTILLA FLOJA


Clas, clas, clas, clas, clas..... Es el familiar y siempre reconocido sonido que sale de la cocina. Me hace sentir bien. No hay nada qué preguntar. Sólo esperar. Es todo muy obvio. Clas, clas, clas, clas, clas..... Quizás sea este el sonido más común de nuestras vidas, aprendido a la par que las cinco vocales. Una onomatopeya con olor a humildad, a reposo y sosiego necesitado. Clas, clas, clas, clas, clas..... Puede que sean los últimos. Si es así, entonces se hará el silencio. Un breve silencio hasta que se oiga una voz que invita a cenar.

Sobre el plato, la materialización de ese sonido amigo; una tortilla floja. No está sola. Le acompaña un tomate partido a gajos. Aunque pensándolo bien, no alcanzo a certificar quien complementa a quien. Se llevan bien. No se molestan. Saben compartir un espacio destinado al sustento, a un humilde, sencillo y delicioso sustento. No hay alardes ni florituras. Todo sobra y nada falta en el camino hacia las buenas noches.






sábado, 13 de mayo de 2023

01115 Las Salchichas con Salsa de Tomate Casero y Noodles

PLATO ÚNICO


Últimamente me estoy aficionando a los platos únicos. Desconozco el motivo, aunque posiblemente no lo haya. Me imagino que será una racha, como cuando me da por una fijación cualquiera. Ya pasará.

Esta situación coincide con mi enésimo desencuentro con el pan de mis amores y también de mis temores. Así, que la cosa se complica. Pero que no cunda el pánico, que en la cocina hay solución para todo.

                                                                                    El caso es que me apetecía para comer unas deliciosas salchichas de cerdo especiadas, bañadas en una de mis salsas favoritas; la de tomate casera, y que quedó ya registrada en este caleidoscopio vital, en la entrada 00919. Pero tratándose de salsa y de buena salsa, sin pan, mala cosa es. Por un momento, he estado tentado de hacer una excepción, pero no, he preferido buscar una alternativa. La primera opción ha sido un simple arroz blanco hervido; absorbe bien y con las salchichas se lleva divinamente. Cuando he ido a buscar a la despensa el paquete de arroz, mis ojos se han topado con unos sobres de noodles, finos fideos chinos, también de arroz. Y he vuelto a pensar. ¿Y por qué no?

Así, que me he puesto manos a la obra. He frito las siempre riquísimas y tentadoras salchichas de carne de cerdo, para a continuación elaborar la salsa de tomate. Aquí copio y pego lo que en su día escribí: "Su elaboración es muy sencilla. En una sartén se pone a calentar aceite de oliva virgen. Cuando esté caliente, incorporamos el tomate cortado a trozos. Una vez veamos que el tomate comienza a desprenderse del agua y empieza a hervir, incorporamos la cebolla, el pimiento, el ajo, la sal y la pizca de azúcar. Dejamos cocer todo hasta que todos los ingredientes los veamos ya cocinados. Solo restará triturar la salsa ayudados de un brazo de cocina y pasarla por un chino para que nos quede limpia de "tropezones".

La salsa podemos envasarla y conservarla en el frigorífico. Aguanta bien varios días. Bueno, la verdad es que no sé muy bien cuántos, pues en cuanto dejo el bote en el frigorífico, apenas le da tiempo a acomodarse en él".

Una vez obtenida la salsa, la he incorporado a una sartén grande y añadido las salchichas para cocinarlas a fuego alto durante unos cinco minutos. Mientras tanto, he puesto en agua hirviendo los noodles durante otros cinco minutos, los he escurrido bien y los he ido depositando en los platos ya servidos de salchichas con tomate.

Tengo que confesar que tenía alguna duda al principio, pero finalmente los noodles me han convencido, cumpliendo su función de impregnarse con la salsa de tomate y dejar el plato limpio. No aportan sabor, pero me han ahorrado, por lo menos, media barra de pan. Lo cual es de agradecer. ¡Por Dios!













miércoles, 10 de mayo de 2023

01114 Las Amaryllis

 LA SUEGRA Y LA NUERA


Cada vez que veo una amaryllis, no puedo dejar de sonreír. En casa de mi madre, en el balcón de su dormitorio, siempre había una de estas encantadoras plantas. Llegado el verano, la floración de la planta constituía todo un impresionante espectáculo de belleza y color. Todos los días, desde que comenzaba a aparecer el pedúnculo que culminaría con el regalo de las flores, acudíamos al balcón para constatar su progreso. Ya, con la planta en flor, las visitas se hacían más frecuentes con el fin de deleitarnos con la florida imagen. Toda admiración era poca.

Pero lo que más me llamaba la atención de esta planta era el popular nombre con la que mi madre la denomina: “la planta de la suegra y la nuera”. Lo de amaryllis lo aprendí muchos años más tarde. Era muy niño y no entendía muy bien cómo suegras y nueras tenían el privilegio de prestar su nombre a tan bella flor. Un día mi madre me lo explicó. Me vino a decir que suegras y nueras no acostumbraban a llevarse muy bien, como las flores de esta planta, que nunca llegan a “mirarse”. No acabé de entenderlo. Era un niño. No conocía ni a suegras ni a nueras y sólo veía bellas flores, aunque entre ellas se dieran la espalda. Con el paso de los años, todo comenzó a tener sentido.

Ahora, cuando veo una amaryllis, no puedo dejar de sonreír, de contemplar su belleza y de recordar a mi madre en el balcón de su dormitorio, inclinada feliz sobre la belladonna.

 




martes, 9 de mayo de 2023

01113 Los Rollitos Vietnamitas

 AMPLIANDO GUSTOS Y SABORES


Por lo que he escrito hasta la fecha, es fácil diagnosticar que soy un fan de nuestra cocina casera y tradicional. Esto no quita para que, con agrado en la mayoría de las ocasiones, me acerque a unas cocinas más vanguardista o de otras culturas.

No hace mucho tiempo, mi hija Jara, a la que no se le dan nada mal los fogones, nos sorprendió con unos rollitos vietnamitas de langostinos y verduras. Los encontré deliciosos, muy bien elaborados y con una mezcla de sabores muy interesante. Tanto me gustaron, que llevo varias semanas pidiéndole que los vuelva a hacer, aunque todavía no lo he conseguido. Todo se andará.

Movido por la curiosidad, me interesé por la peculiaridad de estos rollitos. Se trata de unos rollitos preparados con obleas de arroz, rellenos de una gran variedad de alimentos elegidos entre las verduras, carnes y pescados. Las obleas al tacto son duras y es necesario hidratarlas en agua fría durante unos segundos para que sean fácilmente manipulables. Estos rollitos se pueden comer tanto en frío como en caliente y se acompañan con salsas orientales.

Los que preparó Jara son de lo más sencillo, pero no por ello menos deliciosos. Para el relleno de los rollitos utilizó cebolla, pimientos verdes y langostinos. Los sirvió calientes y fueron acompañados con salsa de soja y salsa teriyaki. Esta última salsa está considerada como una de las salsas estrella de la cocina japonesa y se elabora con salsa de soja, vino mirín y azúcar. Otras versiones de esta salsa contienen zumo de piña e incluso jengibre.

Estas son las instrucciones que me traslada Jara de cómo hacer estos rollitos vietnamitas. He aprovechado para reiterarle que me gustaría a no mucho tardar volverlos a catar.

Ingredientes para 10 obleas de arroz: 1 cebolla grande, 1 pimiento tipo italiano, 1 pimiento rojo, 12 langostinos cocidos y pelados, aceite de oliva virgen, salsa de soja y salsa teriyaki.

Elaboración: Pochar a fuego lento la cebolla y los pimientos, cortado todo en juliana. Una vez pochadas las verduras, añadir las salsas de soja y teriyaki al gusto. Mojar durante cinco segundos las obleas de arroz para que se puedan manipular y secarlas a continuación con un paño. Trocear los langostinos y colocar los trozos en un extremo de la oblea. En el otro extremo, disponer las verduras pochadas. Enrollar la oblea y finalizar haciendo un paquete. Colocar los rollitos en una bandeja e introducir en el horno precalentado a 190 grados centígrados por espacio de unos 10/15 minutos, o hasta que observemos que el rollito está crujiente. Servir, en este caso, acompañados de salsa de soja y salsa teriyaki. 




viernes, 5 de mayo de 2023

01112 Los Pulpitos Encebollados

 ¡VIVA LA CEBOLLA!


Con lo que me gusta la cebolla, me sorprende que haya tardado tanto en aparecer por este caleidoscopio vital. Me da igual tomarla en crudo, en guiso o como acompañamiento. Su versatilidad en la cocina es fascinante y nunca está demás. No sólo aporta sabor, sino que atesora un dechado de virtudes medicinales considerable. Sobre este aspecto me entretendré en otro momento.

Para abrir la veda a mi gusto por la cebolla, lo haré a través de un guiso encebollado, que no es otra cosa que una preparación compuesta por una buena cantidad de cebolla y que se acostumbra a condimentar con especias y rehogada en aceite de oliva. En esta ocasión, no por preferencia sobre otros encebollados, que la tengo, sino porque fue el último que cociné a petición del respetable, propongo unos pulpitos encebollados. Una elaboración muy sencilla para un resultado delicioso, como todo buen encebollado.

Ingredientes para 6 personas: 1 Kg de pulpitos limpios, 3 cebollas grandes, 3 dientes de ajo, 250 ml de vino blanco, aceite de oliva y sal.

Elaboración: Pelar las cebollas y cortarlas en tiras longitudinales. Pelar los ajos y laminarlos. Pochar cebollas y ajos en una cazuela con un poco de aceite y sal a fuego medio. Añadir los pulpitos y cocinar a fuego alto durante unos tres minutos. Añadir el vino blanco y llevar a ebullición. Cuando hierva, bajar el fuego al mínimo y dejar cocinar durante unos 30 o 45 minutos o hasta que observemos que los pulpitos están tiernos. Sobre todo, vigilar que la salsa no se seque. Si se seca demasiado, se puede añadir un poco más de vino.

 




miércoles, 3 de mayo de 2023

01111 Los Langostinos a la Americana

Y COMERLOS CON LOS DEDOS


No había mucho qué preguntar sobre las viandas de la cena más entrañable y esperada del año. No recuerdo ni el cómo ni el por qué, pero se había convertido en todo un clásico aclamado y reclamado por todos los comensales. Era un plato, y nunca mejor dicho, de chuparte los dedos. Las normas de buena educación indicaban que había que comerlo con tenedor y pala de pescado. Pero en esa ocasión, estábamos en familia, era Nochebuena, y se permitía todo. Bueno, todo, menos hacer ruido con la boca mientras se chupaba la cabeza del langostino. Eso, no. ¡Qué manera de disfrutar de un plato! Y cuando ya no había langostino que llevarse a la boca, buena provisión de pan y a mojarlo en la salsa. Además, por aquellos años que ahora hago presente, no era muy habitual, por lo menos en mi casa, de comer langostinos el resto del año, con lo que la dicha era doble.

Evidentemente, la gracia de este plato está en la salsa americana. Aquí radica la esencia de este cocinado. Si bien hay varias formas de elaborarla, yo acudo, como no podía ser de otra manera, a la receta que aprendí de mi madre. Por lo que he podido comprobar, bien a través de otras recetas o de sugerencias que he ido recogiendo, se trata de la más sencilla de las elaboraciones. No por ello, igual es pasión, me sigue pareciendo algo espectacular y nada que desmerecer con el resto de propuestas para elaborar esta popular salsa.

Habitualmente, cuando recojo en este caleidoscopio vital alguna receta de las que aprendí de mi madre, acudo al cuaderno donde las tengo recogidas. Pero en esta ocasión, voy a copiar la receta literalmente de un pequeño recetario, ahora de páginas amarillentas, que guardo como un gran tesoro, y que a mi madre le gustaba imitar. El recetario en cuestión no habla de ingredientes ni cantidades. Estas las sugiero yo. En cuanto a la forma de redactar la receta, tampoco el autor se complica la vida.

Ingredientes para 4 personas: 12 langostinos, 100 gramos de mantequilla, 1 cebolla mediana, un vaso de vino blanco, 4 cayenas y 500 gramos de tomate frito.

Elaboración: Literal del recetario. “Se vierte en el fondo de una cacerola un poco de mantequilla, cebolla bien picada, sal, vino blanco, unas cayenas y el tomate ya frito”. Interpretado, es que hay que pochar primero la cebolla con la mantequilla y un poco de sal. Cuando esté pochada se añade el vino blanco. Una vez evaporado el vino, hay que añadir el tomate frito con las cayenas. Continua el autor. “Esta salsa se deja hervir unos minutos y a continuación se aparta la cacerola, añadiendo los langostinos mondados, que se dejarán cocer poco a poco, por espacio de quince a veinte minutos. Cuando estén cocidos, se disponen en una fuente honda, rociándolos con la salsa, que se habrá pasado por el tamiz”. Lo que viene a decir es que hay que dejar hervir unos cinco minutos, siempre a fuego medio, para que se acabe de ligar la salsa e incorporar los langostinos. Si bien el autor de la receta los incorpora ya mondados, en casa iban a la salsa tal cual. Una vez cocidos, no más de cinco o siete minutos, se sacan los langostinos a una fuente, y la salsa se cuela por el chino. Una vez colada la salsa, la incorporamos de nuevo a la sartén, incorporamos también los langostinos y les damos un golpe de fuego durante un par de minutos. Y de aquí, a la mesa.