martes, 13 de septiembre de 2022

01053 Le Vin Chaud

LA CITÉ


Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe. O lo que es lo mismo, tanto ver por todos los sitios "Vin chaud", que al final no tuve otro remedio que rendirme a la tentación. Vaya por delante que sólo he probado en mi vida tres tazas de este vino caliente y que guardo de él un grato sabor y mejor recuerdo. Sería el continuo reclamo, el ambiente, el lugar, y qué puñetas, que me apetecía en ese momento, que me tomé tres tazas en tres sitios diferentes. Curiosamente, los tres vin chaud se parecían en sabor, pero mi paladar, sin ser experto en la materia, encontró a la hora de catarlos pequeños matices que marcaban diferencias entre sí. Pero todos deliciosos.

Fue en un viaje a la localidad francesa de Carcasonne, conocida por su ciudad amurallada, popularmente conocida como la Cité,  y declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 1997. Algún día que esté inspirado traeré tan singular lugar hasta este caleidoscopio vital. Me pareció fascinante. El caso es que organizamos un viaje familiar para conocer este maravilloso enclave y su no menos atractivo entorno. Estuvimos cuatro días, de los que dos los dedicamos a empaparnos y dejarnos llevar por la atractiva Cité. La primera visita fue de tanteo y ya entonces me llamó la atención que todos los establecimientos de hostelería del recinto amurallado anunciaban con grandes letras ICI VIN CHAUD. Ese día solo leí, pero no caté.

Sería al día siguiente, en distintos descansos de subir, bajar y patear la Cité, cuando por fin me decidí a probarlo. El primero "cayó" en una taberna de un mercado medieval instalado en el interior del recinto amurallado. Haciendo verdad al nombre de la bebida, estaba calentita. Era el mes de diciembre, el frío, sin ser excesivo, se dejaba notar. Entró el líquido como un cañón. Me recordó mucho al tradicional poncho navideño aragonés. El segundo lo tomé en la terraza de una cafetería, aprovechando la presencia de unos rayos de sol. El tercero y último, sería por la tarde, en el interior de un bar. Fue el que más disfruté. El sol nos había abandonado y hacía fresquito. El vino estaba muy caliente, lo que me permitió templar mis manos en la taza que lo contenía. Este, a diferencia de los dos anteriores, me resultó más dulce y especiado. Lo estuve bebiendo a pequeños sorbos mientras me interesaba, ya sin prisas, por el aquel de esta bebida. Pude leer que el vin chaud se asocia en Francia con los mercados navideños y las ocasiones festivas, si bien se ha convertido en una bebida de temporada de moda, "perfecta para reuniones junto a la chimenea y después del esquí". Es fácil de preparar, y la receta se puede multiplicar fácilmente para servir a una multitud. Para obtener mejores resultados se aconseja elegir un vino tinto joven y afrutado. 

En cuanto a la receta, no encontré dos iguales. No obstante, los ingredientes más repetidos, además del obvio vino, observé que eran el azúcar, la canela, la peladura de naranja, el anís estrellado y el cardamomo, este último estaba en todas las recetas que llegué a leer. A partir de aquí, encontré recetas que llevaban miel, brandy, jengibre, nuez moscada, clavo, enebro... En fin, todo un mundo, como bebida tradicional que es.

Desde aquel día de diciembre de 2019 no he vuelto a probar el vin chaud. Quizás no lo vuelva a probar jamás, por mucho que me encantara en aquella ocasión. Esta bebida la tengo muy, muy  asociada a la Cité y a todo cuanto pude disfrutar en ella. Solo cabe una posibilidad y que pasa por...





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