CON LAS PUNTAS DE LOS DEDOS
jugaba a tocar el cielo
con las puntas de mis dedos.
Movía las nubes,
tapaba el sol,
apagaba estrellas,
dibujaba escaleras
y hasta cambiaba el rumbo
de las aves pasajeras.
Cuando era niño,
el cielo era mi recreo,
tan cercano y amigo.
Escribía secretos
que luego se llevaba el viento.
Le hacía la burla,
le guiñaba un ojo
y daba vueltas
para que se divirtiera.
Cuando era niño,
tocar el cielo
no era una fantasía,
sino el vivir de cada día.
y me parece mentira.
¡Qué lejos está el cielo,
que ya no lo puedo tocar
con las puntas de mis dedos!
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