sábado, 26 de agosto de 2023

01180 Los Aliados en la Cocina

 EL QUESO FETA


En la cocina, como en la vida, conviene siempre tener aliados. Para el día a día, en la cocina, que no en la vida, tengo unos cuantos de ellos que me echan una mano con su característico sabor. Su presencia, sin alterar en exceso el plato, le da un toque especial, original y muy personal. Me refiero en esta ocasión al queso feta.

Se trata de un queso de consistencia firme, cremoso y ligeramente desmenuzable. Su pasta es blanda, completamente blanco y con sabores dulces, agrios y picantes. Es el buque insignia de los productos lácteos griegos. Está producido principalmente con leche de oveja y un porcentaje de leche de cabra, que no debe superar el 30 por ciento. 

Con el queso feta se pueden elaborar excelentes aperitivos, postres y dulces. Pero para mí, donde es un buen aliado en la cocina, es a la hora de preparar una ensalada. Sobre todo, en aquellas ensaladas realizadas de "memoria", casi de forma mecánica, y que en algún momento pueden llegar a cansar. La presencia del queso feta en estas ensaladas es un auténtico regalo, por su sabor y buena relación con el mundo vegetal. Su colección de sabores lo hacen un queso muy especial. Desde que lo conocí,  hace ya unos cuantos años, raro es no encontrar en el frigorífico de casa un tarro de cristal, con los singulares cuadraditos de este queso, esperando su oportunidad para salir a la mesa. Como dice una de mis hijas, "las ensaladas con queso feta, son otro rollo". A lo que yo añado, y un buen aliado en la cocina. 









martes, 22 de agosto de 2023

01179 Los Boquerones en Vinagre

 CASEROS


Ya tardaban en aparecer por aquí. Con lo que me gustan y lo que se han hecho de rogar. La de kilos que habremos elaborado en casa e igual llevábamos más de dos años sin cocinarlos, en contraposición a un tiempo, largo tiempo, que no faltaba en el frigorífico una buena bandeja de boquerones en vinagre. En casa nos gustan a los cuatro y siempre ha sido aplaudida su presencia.

Mi gusto y afición por el boquerón en vinagre de elaboración casera, curiosamente no se localiza en casa de mi madre. No recuerdo que ella los preparara de esta guisa, y si lo hizo, me pasó por completo desapercibido. Y ya se me hace raro. Como digo, mi apego al boquerón avinagrado me lleva a casa de mis suegros. Los había probado con anterioridad, pero siempre de comercial manufactura o en algún bar que tenían a bien ofrecerlos. 

En casa de mis suegros eran un clásico. Cuando íbamos a su casa a comer o de fin de semana, raro era que mi suegra no hubiese preparado una bandeja de los siempre apetecibles boquerones en vinagre. Los comía sobre una rebanada de pan y acompañados con una cerveza bien fría. Me parecía una cosa excepcional. 

Debimos contagiarnos de esos boquerones, porque luego en casa, como ya he mencionado, durante muchos años y sobre todo, de cara a los fines de semana, formaron parte de nuestros menús. No sé cuando perdimos esta costumbre. El caso es que hemos estado bastantes años sin prepararlos así, hasta que han vuelto, con la esperanza y la confianza de que sea para quedarse.

Ingredientes: 1 kilo de boquerones, 100 ml de vinagre, 6 dientes de ajo, aceite de oliva virgen extra, sal y perejil.

Elaboración: Limpiar los boquerones, quitando cabeza, espina y tripas. Si se desea, se puede quitar hasta la cola y dejar así libres los lomos del pescado. Lavar uno a uno los boquerones en agua bajo el grifo y secar con un paño. Colocar los boquerones limpios en una fuente un poco honda y cubrirlos con vinagre. Si se quiere suavizar la maceración, se pueden cubrir con una mezcla consistente en un tercio de agua y dos tercios de vinagre. Dejar macerar en el frigorífico durante una hora, si optamos solo por el vinagre, o durante tres horas, si utilizamos agua y vinagre para la maceración. 

Si se quieren evitar riesgos de anisakis, es aconsejable, una vez marinados, escurrir los boquerones, colocarlos en un recipiente, cubrirlos con una capa de aceite de oliva y congelarlos durante unas 48 horas. Una vez descongelados, estarán ya listos para aliñar y servir. Para ello, retirar el aceite y colocar los boquerones en una fuente. Cortar a láminas los ajos y picar el perejil. Mezclar con cuatro o cinco cucharadas de aceite de oliva virgen extra, dos o tres cucharadas de vinagre y sal al gusto. Remover y disponer la vinagreta sobre los boquerones. Servir. 







lunes, 21 de agosto de 2023

01178 El Encuentro

Y UN OLVIDO


Todo estaba preparado para un nuevo y esporádico encuentro. Y en el horizonte, la esperanza de poder decirnos todo aquello que llevábamos acumulado y callado desde hacía años. Estábamos bien, nos queríamos y alegrábamos, cómo no, cuando nos veíamos, pero los dos sabíamos que nuestra relación sería más completa y sincera, si acabábamos por desempolvar, sin acritud y sin ánimo de hacernos daño, los mudos reproches, nunca verbalizados. Nada importante, pero necesario sacarlos a la luz. De vez en cuando, se necesita limpiar la memoria de dudas y de malos entendidos. Ocupan mucho lugar y no son nada deseables.   

El jardín lucía en todo su esplendor. Los magnolios, a falta de sus monumentales y llamativas flores, mostraban un aseado verdor. Del césped, recién cortado, fluía un intenso olor que a los dos tanto nos gustaba. Recuerdo que en una ocasión me dijo, "si hubiese que poner un aroma a la felicidad, este sería el de la hierba recién cortada". 

El sol comenzaba a calentar el paradisíaco escenario, mientras unos trinos amenizaban la espera. Nos sentamos en dos de las tres sillas que custodiaban una solitaria mesa ubicada en medio del jardín. Un cortado con la leche fría para ti y un café americano para mí. Comenzamos a hablar de las cosas más variadas e intrascendentes. Nos pusimos al corriente de nuestras vidas, llenando los puntos suspensivos que dejamos en nuestro último encuentro. Reímos, nos miramos, también hubo silencios, nos volvimos a mirar... y ella que no llegaba. El tiempo se iba acortando. Nos esperaban para comer. Tenía la esperanza de que ella aparecería en cualquier momento. Entonces, en un intento de alargar el encuentro, mostré interés por uno de sus múltiples proyectos. Siempre andaba metido en proyectos. Sabía que, dadas las circunstancias, algunos minutos ganaría a la espera y en la confianza de que ella aparecería, aunque fuese tímidamente. Todos mis esfuerzos fueron inútiles. Sonó el teléfono. Estaban sentados ya a la mesa y nos esperaban para comer. 

Todo estaba preparado para un nuevo y esporádico encuentro. Y a la palabra, se le olvidó acudir a la cita. 

sábado, 19 de agosto de 2023

01177 "No Pasar"

 PASTEL DE VERANO CON MEJILLONES


Hay días en los que se adivina un gran letrero en la puerta de la cocina en el que se puede leer: "No pasar". Me refiero a esos días de canícula en los que solo pensar en abrir un fuego de la cocina eléctrica, comienzas a sudar la gota gorda. Bien se vale, que el apetito baja en la misma proporción que el mercurio del termómetro sube.

Para estos días, cualquier cosa ligera y sin complicaciones puede servirnos de sustento para pasar la jornada. Pero tampoco hay que dejarse demasiado. Habitualmente acostumbramos a recurrir a las ensaladas y poco más. No obstante, hay platos imaginativos que, sin mucho empeño, parece que estás comiendo un manjar de dioses. Algo parecido es lo que en esta ocasión traigo hasta este caleidoscopio vital. 

No es que se adivinara el letrero en la puerta de la cocina, sino que se voceaba. Cada vez que íbamos a ella por algún motivo, todos los que la pisábamos, salíamos diciendo lo mismo: "No se puede estar de calor". "Como para ponerte a cocinar". Pero como siempre mantengo, la cocina, además de ser fuente de inspiración, no lo digo por mí, sino por los que entienden de gastronomía, es un manantial de recursos. En este caso, teníamos bastante a nuestro favor. El pastel de verano lo teníamos elaborado del día anterior. Para los mejillones al vapor no se necesitaban más de tres minutos de fuego. Y de la mayonesa casera, poco hay que decir. Y así fue como salió un plato fantástico en sabores, fresquito y placentero al paladar y sobre todo, al cuerpo. La verdad es que fue todo un acierto de plato, para un día de auténtico, sofocante y aplastante calor.

En cuanto al pastel de verano, hay un montón de recetas al respecto. Os invito a que probéis a elaborar este que copio y pego de la entrada número 00666 de este blog y que titulé "El Pastel de la tía María Engracia". Es delicioso. 
 

El último que hice constaba de los siguientes ingredientes: pan de molde, atún en escabeche, aceitunas verdes sin hueso, pimiento rojo, anchoas, pepinillos, lechuga, mayonesa y tomate rallado.

Su preparación no puede ser más sencilla. En un bol vamos depositando el atún desmigado, las aceitunas cortadas en cuatro partes, tiras de pimiento rojo, anchoas troceadas y los pepinillos también troceados. A continuación, incorporamos una mayonesa, casera, o cualquiera de las excelentes mayonesas que encontramos en los supermercados, y mezclamos bien. Reservamos. En una fuente cuadrada o rectangular, cubrimos su base de tomate natural rallado y sobre él, vamos colocando piezas de pan de molde. Las untamos de mayonesa y a continuación, cubrimos los panes con la masa que hemos preparado previamente y terminamos la operación cubriendo todo con lechuga cortada muy fina. Repetimos la operación dos o tres veces en función de la altura de la fuente. La última capa de pan de molde la untamos con tomate natural rallado y tal cual, introducimos la fuente en el frigorífico por espacio de tres o cuatro horas como mínimo. Antes de servir a la mesa, desmoldamos el pastel de la fuente sobre una bandeja y en la parte superior, que recuerdo estará el tomate impregnado al pan, acabamos con mayonesa y lechuga bien menuda. Solo restará cortar unas porciones y servir. Mi hermana, a la que le encantan las buenas presentaciones, creo recordar que tapaba los bordes del pastel también con mayonesa y que la lechuga la colocaba en torno al mismo y no encima del pastel. En fin, fuera como fuese, se trata de una auténtica delicia.



viernes, 18 de agosto de 2023

01176 Las Papas Aliñás

DE CÁDIZ


Las papas aliñás, como tapa o primer plato, son un redondo acierto. De rápida y sencilla elaboración, este plato de la cocina andaluza, concretamente de la provincia de Cádiz, engancha desde el primer día que lo pruebas. Tanto es así, que desde la primera vez que las comimos en Huelva, hará de esto unos ocho años, se han convertido en un clásico de nuestras comidas en cualquier época del año, pero sobre todo en verano. Son muy apetecibles y de muy grato sabor. Con ingredientes básicos y económicos, se consigue un plato de los de chuparse los dedos.

Dicen que las papas aliñás son tan sencillas de hacer, que apenas requieren de receta. No obstante, para que salga un buen plato, hay que observar algunas consideraciones: la patata que sea nueva, que el aceite de oliva virgen extra sea bueno y que el vinagre sea de nuestro gusto. Otra de las observaciones a tener en cuenta, es que es conveniente añadir la vinagreta con la patata calienta. Así, conseguimos que la patata absorba mejor el aliño. ¡Ah! Y no meter las patatas en el frigorífico. Se aconseja enfriarlas a temperatura ambiente para que no pierdan todo su gusto y sobre todo, su textura.

La versión más básica de unas papas aliñás lleva patata, cebolla, perejil y vinagreta. A partir de aquí, se le puede añadir atún, melva, huevo, aceitunas, gambas e incluso pimiento verde crudo, entre otros ingredientes.

En casa, y siguiendo las directrices de aquella primera vez que las probamos en Huelva, acostumbramos a tirar de las papas aliñás básicas. Si bien, en alguna ocasión, cuando tenemos oportunidad, añadimos ventresca de atún e incluso huevo duro.

A continuación, traslado la receta básica. A partir de aquí, el gusto personal de cada uno.

Ingredientes para 6 personas: 1 kilo de patatas nuevas, 1 cebolla tierna, 60 ml de vinagre de Jerez o vinagre que se tenga por costumbre utilizar, 125 ml de aceite de oliva virgen extra y 18 hojas de perejil y sal. (Las cantidades para el aliño son orientativas. Dependerá del gusto personal de cada uno)

Elaboración: Lavar las patatas y cocerlas con piel en agua hirviendo hasta comprobar que están tiernas. Sacar las patatas del agua y dejarlas atemperar ligeramente. Pelar las patatas en caliente. Cortar las patatas en trozos grandes y colocarlas en un bol. Aliñar con sal, vinagre de Jerez y aceite de oliva. Reservar hasta que se vayan a servir, pero nunca introducir en el frigorífico. Cortar la cebolla en juliana o brunoise, picar las hojas de perejil, y justo antes de sacar el plato a la mesa, mezclar la cebolla y el perejil con las patatas.

 

 






01175 Las Berenjenas con Croquetas

 CROQUETAS CON BERENJENAS


Menudo par de buenos elementos y alimentos que se han juntado en esta ocasión. Me da lo mismo titular esta entrada como berenjenas con croquetas, que croquetas con berenjenas. Mi inclinación por cualquiera de las dos es similar.

Últimamente la berenjena está muy presente en nuestras comidas. El huerto nos está regalando buenos y sabrosos ejemplares, y hay que aprovechar. Enharinadas y pasadas por huevo, es más que suficiente para acompañar a lo que se le ponga por delante. Esta vez han sido croquetas, otras que tal para hacerme feliz. Sí, me hacen feliz, que le voy hacer. Tal como están las cosas, hay que buscar momentos de felicidad en cualquier escenario por humilde que sea. Y este es uno de ellos. ¡Qué cosas! 













jueves, 17 de agosto de 2023

01174 Piel o Corteza

 ETERNA DUDA


Piel o corteza.

Acuñar la respuesta,
a exigencias de mi alma,
requiere un esfuerzo especial,
que no alcanzo a vislumbrar.

Cada día que pasa,
es inevitable, 
se presenta el trajín de decidir.

Poseído de ansiedad e inquietud,
recluto palabras, situaciones y enseñanzas, 
con las que aminorar mi océano de dudas.

Me obligo a permanecer en silencio
                                                                                    para solucionar el acertijo
                                                                                    de este dilema comprensible, 
                                                                                    vinculado a la vida que apremia.
                                                                                    
                                                                                    Después de varias horas, 
                                                                                    el sigilo me descubre el enigma:
                                                                                    corteza para sobrevivir,
                                                                                    piel para vivir. 
                                                                                    
                                                                                    


lunes, 14 de agosto de 2023

01173 Las Cajas de Bombones

 LA VIDA ES COMO UNA CAJA DE BOMBONES...


 Como me sucede con cualquier otro dulce, no daré un paso por él. Pero si viene a mí, me cuesta muy poco ponerme a la faena.

He comprado cajas de bombones para regalar en numerosas ocasiones, si bien, en mi vida he adquirido para mí una caja de este preciado tesoro, ni para tener en casa. ¡Y mira que me gustan!

Me satisfacen desde el momento de abrir la caja. Tan aparentes y ordenados. Sus formas y colores, su disposición en el estuche, -nada es azar-, su atractivo aspecto, su aroma, su extensa variedad… Desde siempre me han llamado la atención las cajas de bombones. Me parecen un símbolo de bienestar, alegría y felicidad. Son algo mágico. Cuando estás delante de una caja de bombones, resulta difícil no sonreír o generar un sentimiento de regocijo.

Al igual que nunca me he comprado una caja de bombones, jamás me he comido un bombón en solitario. Que yo recuerde, siempre lo he disfrutado en compañía, habitualmente familiar. Resulta entretenido, a la par que divertido, comerlos en familia. Se intercambian gustos y pareceres. Se atienden recomendaciones e impera la cortesía y la generosidad… (Porque me da un poco de pereza, pero se podría hacer un tratado al respecto).

Cuando no sé muy bien qué regalar, acudo a la caja de bombones. Es difícil no acertar. Los bombones gustan a casi todo el mundo. Y si no es así, si hay alguien a quien no le gusta, -hace muy poco tiempo me sucedió, el agraciado sabe redirigir el destino de la dulce caja. Y es que regalar una caja de bombones, me da la impresión, no tiene vuelta ni cambio de dirección.

Ver una caja de bombones, es recordar, de forma irremediable, la magnífica película “Forrest Gump” y la fantástica interpretación de Tom Hanks, quien, sentado en un banco con una caja de bombones entre sus manos, asevera de forma acertada que “La vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar”. 




sábado, 12 de agosto de 2023

01172 El Hígado de Cordero

CON UNA MAJADA DE AJOS


En algún momento de este caleidoscopio vital, ya he dejado escrito la mala relación que tenía con el hígado. Me parecía una cosa horrorosa. Su textura, su olor, su sola presencia ante mis ojos, me producían escalofríos.

Hasta que un día, tendría yo unos ochos años, mi cuñado Enrique "me hizo ver a esta víscera de otra manera". Por resumir: Verano en Alcubierre. Niño, el más pequeño de seis hermanos, acostumbrado a salirse siempre con la suya. El pequeñín de la casa. Hora de comer tras jugar en la calle durante toda la mañana. Sobre la mesa, hígado de cordero frito. Náuseas. No tengo más hambre, digo. A dormir la siesta, dice mi cuñado. Me despierto con hambre. Le requiero la merienda a mi hermana María Engracia. Un momento, me dice. Vuelve el hígado que menosprecié en la comida. Parece que no tengo hambre, le digo a mi hermana con voz queda. Me voy a jugar. Cae la noche. De recogida y a cenar. ¡Qué hambre tengo!, pienso. Me siento a la mesa. ¡Horror! De nuevo el hígado dos veces recalentado en la sartén. Por aquellos años no existía todavía el microondas. Saco mis dotes de pequeño actor. Pongo mala cara. Me toco la tripa y digo que me duele. Mi cuñado era médico. Me toca ligeramente la barriga y me invita con irónica sonrisa a irme a la cama a dormir, que mañana será otro día. Amanece. Me levanto. ¡Qué hambre tengo! Me dirijo a la cocina para desayunar. Nada que preguntar a mi hermana. Allí, sobre la mesa, estaba el hígado, que ya no era hígado ni nada que se le pareciera. Duro, seco y menos que apetecible. No hay promesas si me lo como. Hay que comerlo sí o también, es una orden de Enrique. Pruebo el primer bocado. Y el segundo, acompañado de un buen trozo de pan. Y el tercer bocado.... Y así hasta el final. No recuerdo si seguí comiendo hígado en días posteriores. Me imagino que una vez rota la barrera entre él y yo, algún hígado que otro caería.

A partir de ese episodio, mi selectiva memoria del absurdo me lleva a mi edad adulta. Concretamente, a la localidad de Barbastro, donde estuve un tiempo trabajando en la ya desaparecida Radio Cadena Española. Próximo a la emisora, había un bar, cuyo nombre no recuerdo, que tenía, como una de sus especialidades, precisamente el hígado frito con majada de ajos. Lo recuerdo excepcional, además de ser muy asequible al bolsillo de aquella época. Muchos días, al finalizar mi programa vespertino acababa dándome un homenaje de hígado en aquel lugar. 

Pero con quien disfruté de este bocado fue con mi añorado hermano Antonio. Le encantaba el hígado en cualquiera de sus tradicionales formas de cocinado. Era un auténtico fan de esta víscera. Cuando viajábamos juntos de Bilbao a Huesca, siempre teníamos que parar en el Mesón Anaya de Puente la Reina de Jaca,  para tomarnos nuestra ración de hígado. Le fascinaba y contagiaba su fascinación.

En casa nos gusta a todos el hígado. Afortunadamente, con mis hijas no tuve que poner en práctica la táctica de mi cuñado Enrique, culpable de que me guste absolutamente todo. Salvo en alguna ocasión que lo preparamos encebollado, lo habitual es tomarlo pasado por la plancha y en finos filetes. Eso sí, acompañado de una buena majada de ajos, aceite y sal. ¡Extraordinario! Para mi gusto, claro.








viernes, 11 de agosto de 2023

01171 Las Rebanadas de Palmo

 PRUEBA SUPERADA


Cuando me enfrenté a ella, podía leer en sus miradas, "no podrá con toda". Tengo que reconocer que tampoco yo confiaba demasiado en poder meter en mi estómago, la monumental rebanada que medía más de un palmo.

Afronté el cometido y lo primero que pensé fue, "no hay prisa". Además, tenía ante mí un manjar que no probaba desde hacía tiempo; una buena rebanada de pan de payés con tomate y una generosa ración de fuet. Era cuestión de saborear delicadamente cada bocado y dejarme llevar. En otros tiempos, la susodicha tostada hubiese durado en el plato un suspiro. Pero lo dicho, en otros tiempos.

Y empecé a dar cuenta de la singular rebanada de pan como quien no quiere la cosa. Algo remaba a mi favor, y es que tenía hambre. Corría el riesgo de comer rápido, es lo que me sucede cuando estoy ansioso por algo. Pero no era el caso. Estaba tranquilo. Así, que comencé a comer despacio, restando importancia a lo que tenía delante de mí. La verdad es que estaba deliciosa.

Cuando llevaba algo más de la mitad de rebanada de pan con fuet consumida, me entró un pequeño colapso, una especie de ya tengo suficiente, a partir de aquí es ya un exceso. Pero lo cierto, es que el popular manjar me seguía tentando. Miraba las caras de quienes me acompañaban. Parecían sentirse ganadoras de una apuesta inexistente. Incluso alguien dijo, "te va a sentar mal". Sería la primera vez que tal delicia me sentara mal. Volví a la carga ante el asombro de las incrédulas miradas. Y chino chano, como se dice por mi tierra, no quedó ni una miga de muestra.

Me sentí satisfecho. No por el hecho de haber podido con semejante rebanada, sino porque pude comprobar, contra todo pronóstico, que todavía quedaba en mí algo de lo que fui. Solo puse un reparo. La susodicha rebanada tuve que acompañarla con un café americano. Tenía que conducir. 





martes, 8 de agosto de 2023

01170 Milagro en Casa de los López

MIGUEL MIHURA


Revisando y archivando fotografías, no puedo por menos que esbozar una sonrisa cuando he abierto el archivo de la última obra en la que participé con mis compañeros del Aula de Teatro y Poesía. Bueno, no es ninguna novedad. Siempre que reviso las imágenes de alguna de las obras que hemos representado, esbozo una sonrisa, cuando no lanzo una carcajada. Siempre digo, que la gente que acude a vernos se ríe y disfruta con nuestras propuestas, pero nada comparado con nuestro deleite. Nos divertimos lo que no está escrito.

Creo que nunca lo he confesado en este caleidoscopio vital. Soy de naturaleza, tímido, aunque no lo parezca. Pertenecer a este grupo amateur de teatro leído y dramatizado, me ha servido, entre otras cosas, para vencer algunos aspectos de mi timidez. Cuando subo al escenario, me olvido de mis complejos, que no son pocos, y vivo como si fuese mía la vida del personaje que me toca representar. Hago del apañado escenario, aunque sea por unos minutos, mi propia casa. Disfruto de cuanto pasa en una ficción que acabo por creérmela. Y cuando se apagan las luces de la función y la sala se queda vacía, se me hace un nudo en la garganta. Vuelvo a ser yo.

Ahora estamos en pleno parón veraniego. Es el momento de otros disfrutes. Ya llegará el otoño, y volveremos a empezar.


No sé por qué he dicho todo esto. Cuando me he puesto delante del ordenador, mi intención era hablar de la obra de Miguel Mihura, “Milagro en casa de los López”. Sin más, como una cosa más de las diez mil que me gustan. He estado tentado de borrarlo e ir al grano. Pero finalmente, he pensado dejarlo. Lo escrito, escrito está, y en este caso, no hace daño. Así, que de esta guisa se queda.

Tendría que haber empezado diciendo que “Milagro en casa de los López”, es una comedia en dos actos, estrenada en el Teatro Talía de Barcelona el 23 de septiembre de 1964. Se trata de una de las comedias más espiritualistas, cargada de originalidad, fantasía y arte en los diálogos del escritor y dramaturgo Miguel Mihura.

Mercedes y Jerónimo son un matrimonio acomodado que vive en una mansión, encerrados desde hace veinticinco años con la sola compañía de sus criados, Teresa y Jacinto. Aunque la razón de su encierro voluntario es todo un misterio, la constante convivencia forzosa los lleva a desear que algo único y excitante ocurra en su monótona vida. Un inocente deseo al azar, tener gente en la casa como huéspedes, desata una serie de acontecimientos cómicos y enredos imposibles. El hecho de que una joven recién llegada a la ciudad, que ha sido llevada hasta la casa por un misterioso taxista, y con la dirección de la mansión y los datos personales de los protagonistas escritos en un papel, es el detonante de una de las más divertidas y surrealistas comedidas de Miguel Mihura.

 MIGUEL MIHURA

Madrid, 1905/1977. Hijo del empresario y actor teatral Miguel Mihura Álvarez, después de terminar sus estudios secundarios en el colegio de San Isidoro, abandonó su instrucción académica para dedicarse al dibujo humorístico en diversas publicaciones, como “Muchas Gracias”, “Buen Humor” y “Gutiérrez”. En esta etapa compartió viñetas y artículos con autores como Antonio Lara “Tono”, Edgar Neville o Enrique Jardiel Poncela.

A mediados de los años 30, Mihura comenzó a trabajar en el cine como guionista y dialoguista, debutando con el cortometraje “Una De Fieras” (1934), si bien su labor más recordada en la industria cinematográfica fue la escritura de los diálogos en “Bienvenido Mr. Marshall” (1953) de Luis García Berlanga.

En los años 30 y hasta 1939 dirigió la revista La Ametralladora. Unos años después, en 1941, creó y también dirigió la mítica “La Codorniz”, en la que también escribieron sus amigos Neville y Tono.

Aunque empezó a escribir antes de la guerra, su reconocimiento fue tardío, pues solo estrenó con regularidad a partir de la década de los cincuenta: en 1932 escribió Tres sombreros de copa, que no publicó hasta 1947, y no fue representada hasta 1952 (veinte años después de ser escrita); se trata de una comedia considerada una de las obras maestras del teatro humorístico y que anticipa algunos aspectos del teatro del absurdo; en ella se enfrentan el mundo de las restricciones y convencionalismos y el de la libertad y la imaginación, tema que será constante en su obra.

Miguel Mihura está considerado como el primero de los escritores teatrales de humor y ha sido traducido a 14 idiomas. En 30 años, su producción no alcanza ni la veintena de títulos, aunque eso sí, la mayoría de enorme éxito. Su ingenio, imaginación y fantasía son inagotables, pero su severo sentido autocrítico le hizo meditar mucho antes de lanzarse a la aventura del estreno. Mihura construye meticulosamente sus comedias, equilibra los actos con técnica perfecta y da a los personajes un aire tan gracioso y tan certero que resulta un regalo para el espíritu.


REPARTO

Administrador                  Chema Valenti

Teresa                               Mila Plá

Mayordomo                      Pepe Labarta

Jerónimo                           Fernando Herce

Mercedes                          Ana Pueyo

Elvira                                Asun Sierra

Cristóbal                           Mariano de Meer

Bailarina                           Loreto Herce

Ángel                                Ángel Ruiz

 

 







 

lunes, 7 de agosto de 2023

01169 Los Guisantes con Jamón y Huevos Fritos

 TRAS UN FELIZ ENCUENTRO


En estos días de calor, y conste que no me desagradan, a la hora de comer acostumbro a optar por un plato único. Abundante, pero único.

Generosas ensaladas variadas, pasta, en cualquiera que sea su versión, legumbres en frío, algún empanado con patatas y pimientos verdes fritos... el repertorio es amplio.

Hace escasos días, me encontré con un conocido al que llevaba tiempo sin verlo. Teníamos tiempo los dos, así que nos dispusimos a tomar un café y poner nuestras vidas al día. El tiempo se nos pasó en un suspiro, hasta que mi interlocutor me dijo que tenía que irse volando a casa para hacer la comida. Ya, levantados de nuestras respectivas sillas y con un apretón de manos en señal de "hasta pronto", le pregunté, más que por interés, por alargar la conversación, qué iba a preparar para comer. Me contestó que unos guisantes con huevos fritos. Le trasladé que los guisantes me encantan y que habitualmente los comía con cebolla y jamón, y que con huevos fritos nunca los había probado. Me invitó a que los hiciera.

Al poco tiempo de ese feliz encuentro, hice para comer guisantes con jamón (ver la entrada de este blog número 00281). Mientras cortaba la cebolla, me acordé de aquella conversación. Así que decidí incorporar un par de huevos fritos, no muy hechos, al plato de guisantes ya cocinados y prestos para salir a la mesa. La cosa prometía. No pintaba mal. Metí la cuchara en una de las líquidas yemas de huevo, incorporé al bocado unos guisantes... y sí, la combinación me resultó deliciosa. La untuosidad de la yema, el dulzor del guisante y la cebolla, y el punto salado del jamón, me fascinaron. Tanto que no creo que tarde mucho en repetir este plato.





domingo, 6 de agosto de 2023

01168 El Tataki de Atún Rojo

CON SALSA TERIYAKI


No es que lo haya comido en multitud de ocasiones. No creo que se cuenten en más de una decena. Por eso, cuando tengo la oportunidad, lo disfruto el triple. De hecho, hasta puedo recordar el atún rojo más espectacular que he probado hasta la fecha. Fue en la almeriense localidad de Carboneras. Lo comí, se trataba de un taco ejemplar, sobre una tostada de pan con tomate. Me pareció, y así lo sigo recordando, una deliciosa maravilla.

El tataki que en esta ocasión traigo hasta este caleidoscopio vital, va acompañado de salsa teriyaki; una salsa que he incorporado recientemente a mis particulares sabores. No diré que la consumo cada día, pero casi. Ya se me pasará. Me imagino que es la novedad. El tataki de atún rojo liga a la perfección con ella y el resultado me parece muy sugerente e interesante.

Como este blog tiene mucho de aprendizaje, y no me refiero a quien lo pueda seguir o leer, sino para mi ilustración, tengo que indicar que el tataki es una técnica de cocina japonesa. Consiste en pasar una pieza entera de pescado o carne por la sartén durante muy poco tiempo y a fuego muy vivo, con el fin de conseguir que quede bien marcada por fuera y cruda en su interior. Una vez cocinada la pieza se deja reposar para que los jugos se reabsorban. Solo restará filetear y servir.

Ingredientes: 400 gramos de lomo de atún rojo fresco, un par de cucharadas de semillas de sésamo, un par de cucharadas de aceite de oliva o de girasol (según autores), 50 ml de salsa de soja, 20 gramos de jengibre, 20 gramos de azúcar (blanca o moreno, también según autores), 10 ml de sake y 10 mil de vinagre de arroz. Hay un plan b a la elaboración casera de la salsa teriyaki, que es comprarla ya envasada. La que yo acostumbro a tomar es la de Vitasia y, para mi gusto, no está nada mal.

Elaboración: Limpiar el lomo de atún. Cocinar la pieza en la plancha muy caliente con unas gotas de aceite, procurando dejarlo marcado por fuera y poco hecho por dentro. Reservar. Para la salsa teriyaki: poner a cocer la soja con el jengibre en un cazo. Hervir a fuego suave durante unos cinco minutos. Retirar el jengibre y agregar el azúcar, un par de cucharadas de sake y dos cucharadas de vinagre de arroz. Dejar que se reduzca y adquiera una textura melosa. Filetear el atún, espolvorear las semillas sobre el atún y acompañar con la salsa teriyaki.

 




01167 Las Berenjenas Empanadas

 UN "DESCUBRIMIENTO" TARDÍO


¡Qué gratísima sorpresa! Quien sigue este humilde proyecto, sabe de mi gusto por las berenjenas. Las he comido de muy variadas formas; desde la suma sencillez tras pasar por la plancha, hasta en pastel, pasando por distintos rellenos, bien interesantes. 

Jamás se me hubiese ocurrido tomarlas empanadas. Y así fue como me las encontré ayer en la mesa a mi regreso del huerto. Tenían un aspecto estupendo. Doradas, crujientes, apetitosas. Me dieron ganas de asaltar el plato. Pero no, me contuve. Cada cosa a su tiempo y lo primero, educación. Aunque tengo que reconocer que me tuve que contener mucho, mucho, pues no hacían mas que tentarme.

Y llegó el momento de la cata. Igual exagero un poco, pero me parecieron de vicio. Posiblemente no sea objetivo, pero me pareció un bocado extraordinario. No sé cuantas láminas de berenjena pude llegar a comer, pero fue un no parar. Quedaron algunas, yo creo que por vergüenza, que sucumbieron a la hora de cenar. Lo tenían todo. El sabor de la berenjena, el justo aceite y una textura tersa y crujiente.

Le pregunté a Gloria, su artífice, si tenían algo especial. Me contestó que no, que simplemente  estaban empanadas con harina, huevo, pan rallado y fritas en la freidora. Por este orden. Tomé buena nota, además de pensar, que algo tendría el hecho de que las berenjenas fueran de mi huerto. (Y dibujo una sonrisa de niño travieso). 

No sólo a mí me encantaron, sino también al resto de comensales. Fueron todo elogios y a cada uno se nos ocurrió, a partir de este empanado, otras propuestas, que sin mucho tardar, pondremos en práctica.

Con la última loncha de berenjena y la mirada perdida, me pregunté cómo era posible que gustándome tanto como me gusta este producto culinario, hayan pasado sesenta y cinco años para comerlas empanadas. Cada día que pasa, me doy más cuenta de lo poco que sé de nada. Esta sencilla cuestión, es una prueba más de ello. 

Seguiremos aprendiendo, que de este palo va la vida. 



sábado, 5 de agosto de 2023

01166 El Parque de Bomarzo

EL PARQUE DE LOS MONSTRUOS


Sería nuestro primer destino en un viaje inolvidable por la fascinante Italia, tras pernoctar la primera noche en suelo italiano en Civitavecchia. En el trepidante itinerario de cerca de 3.000 kilómetros en quince días, y de camino a la soñada Toscana, marcaríamos la visita obligada al Parque de Bomarzo.

El Bosque Sagrado de Bomarzo, como también se le conoce, se localiza en la provincia de Viterbo, en el centro de la Tuscia del Lacio. Fue mandado construir en 1547 por el duque Pier Francesco Orsini, tras enviudar. Se dice, que el Jardín de Bomarzo es producto de una mente perturbada por el amor. Orsini, un singular personaje del Renacimiento, no pudo soportar la muerte de su amada Giulia Farnese. A partir de ese momento, su cabeza se llenó de monstruos. “La pareja acababa de abandonar el ruido de la ciudad y soñaba con disfrutar de la magnífica propiedad que la familia tenía en la región del Lacio. Pero el aristócrata, que durante 35 años se había dedicado al arte militar, no contaba con que su plan iba a irse pronto al traste y que la soledad se convertiría en su compañera de viaje hasta el final de sus días”.

De las pesadillas de Orsini salieron todos los monstruos que se pueden ver en este jardín renacentista y cuyo diseño y ejecución corrió a cargo del famoso arquitecto Pirro Ligorio, quien también supervisaría las excavaciones de Villa Adriana y creador de la Villa d´Este, en Tívoli. Según se cuenta, “Ligorio quiso crear un jardín sin ataduras formales y por ello no impuso espacios delimitados ni una ruta fija, dejando que quien paseara, lo descubriera a su aire”.

Durante casi 30 años, un equipo de artistas tejió en este 'parque temático' una red de esculturas talladas sobre la roca que se fue adueñando del tono verde de este bosque solitario. Cada monstruo lleva una inscripción, un mensaje que condensa el pensamiento de Orsini que consiguió hacer realidad, con sus particulares demonios, esta fantasía pétrea.



Este gran y peculiar espacio verde, como es el Parque de los Monstruos, Parco dei Mostri, acoge más de una veintena de grandes estatuas, basadas en las gárgolas y criaturas grotescas que adornaban las catedrales medievales, pero esculpidas en proporciones monumentales. Hay esfinges, monstruos, sirenas, elefantes, tortugas, sátiros, dragones, una casa inclinada… Muchas de las figuras están ligadas a la muerte, recordando que la belleza del jardín procede de la tristeza del duque por la pérdida de su esposa. 

Desde que se construyera el parque hace casi 500 años, muchos han sido los estudiosos, artistas e intelectuales que se han preguntado por las intenciones reales del Príncipe Orsini y sobre los significados escondidos y esparcidos por el parque. Un espacio cargado de simbolismo, con continuas referencias a la mitología y al mundo de lo fantástico. Una de las hipótesis que se baraja es que “fuera muy probable, que la intención del príncipe fuese la de crear una especie de ruta iniciática, donde, según palabras del mismo Orsini, fuera posible ´desahogar el corazón´, pero al mismo tiempo, sorprender a los ojos de los huéspedes”.

Este parque de las maravillas se redescubrió y revalorizó con el tiempo, sobre todo gracias al interés de muchos artistas, entre los cuales se encontraba Salvador Dalí. El pintor surrealista lo descubrió en el año 1948 y lo calificó como “una invención única”.  Quedó tan impresionado con la visita al parque, que encontró inspiración para una de sus obras: Las Tentaciones de San Antonio. Dicen que Dalí, “cuando tuvo noticias de la existencia de este escenario en Bomarzo, quiso adquirir las esculturas renacentistas, porque, según él, aquí había nacido el Surrealismo 500 años antes. No consiguió su propósito el artista catalán, pero sí contribuyó a difundir las maravillas de este lugar”. El escritor argentino Manuel Mujica Lainez  hizo lo propio con una novela, Bomarzo, inspirada en la historia de Pier Francesco Orsini, a la que siguió el libreto de una ópera.

A la muerte del duque en 1585, el bosque de Bomarzo quedó abandonado a su suerte durante cuatro siglos. En 1954 la propiedad fue adquirida por Giovanni Bettini, quien decidió resucitar este escenario.

Más allá de cuales fueran las intenciones reales del Príncipe Orsini, está claro que todo el complejo es una gran celebración de amor dirigida a la mujer Giulia Farnese. A ella, de hecho, está dedicado el Tempietto, un pequeño templo, que se encuentra sobre un pequeño montículo rodeado de un amplio espacio verde.

La visita a este extraordinario parque nos llevaría unas dos horas y media. Sin prisas y fijándonos en los cientos de detalles que esculturas y paraje ofrecen. Pasado el umbral de entrada y superadas las dos esfinges que reciben al visitante, nos encontraríamos con una colosal cabeza de un monstruo marino; la de Proteo-Glauco, el pescador que se convirtió en dios marino tras comer una hierba mágica.

La siguiente escultura que nos saldría al paso sería la de Hércules y Caco en una lucha entre gigantes. Hércules mata descuartizando con las manos a Caco, el hijo del dios Vulcano. Y a partir de aquí, todo un mundo mágico por descubrir a través de los grupos escultóricos de la Tortuga y del Pegaso Alado, un colosal Elefante y la estatua del dios Neptuno, además del Orco, con su enorme boca abierta, y en cuyo interior hay una mesa de piedra con unas sillas. Y sobre su boca, la inscripción: “Dejad todo pensamiento los que aquí entráis”; una invitación a abandonar las creencias racionales y encontrar la parte más instintiva y auténtica.

También nos encontraríamos con una Casa Inclinada, un edificio construido sobre un macizo inclinado. Se puede entrar a su interior, pero con cuidado. La perspectiva engaña a nuestros ojos hasta hacernos perder el equilibrio.

Piñas y Bellotas decorativas, con dos Osos heráldicos, Equidna, los Leones y la Furia, dos míticas figuras mitad mujer, mitad serpiente, con dos leones en el centro…. A la entrada nos sería entregado un mapa del parque con un itinerario y 36 puntos de interés. Todas las esculturas sorprenden, porque salen al paso asomadas entre los árboles, entre los parterres o junto a los arroyos.

En mi libreta de viaje apunté, tras la visita al parque y mientras tomaba un café en el mismo complejo, lo siguiente: curioso, inquietante, terrorífico, ¿un parque dedicado al amor?, brutal, colosal, ¡Una pasada! No me importaría volver a visitarlo con más calma y menos calor.

La visita la realizamos el 17 de junio de 2022, en plena ola de calor, con 36 grados centígrados a las 11 de la mañana.

 

"Vosotros que entráis aquí, considerad lo que veis y luego decidme, si tantas maravillas están hechas por el engaño o por el arte"