domingo, 25 de septiembre de 2022

01061 Los Garbanzos con Bacalao

    UN PLATO DE ANÉCDOTA


Ya tenía ganas de que la cuchara volviera a la mesa. Algo huele ya a otoño, no mucho, pero algo huele, y qué mejor manera de abrirle las puertas, que con un plato de cuchara de esos que tanto gustan a todos. Había varias posibilidades, todas igual de apetecibles, pero finalmente me he decantado por unos garbanzos con bacalao. Legumbre, pescado y hortaliza se llevan bien en la cocina y en este caso el resultado es un plato equilibrado, nutritivo y para nada pesado.

Mientras me hacía con los ingredientes, he recordado una simpática escena acaecida hace veintiún años y que en casa traemos al presente con frecuencia. Habíamos acudido a la pintoresca localidad altoaragonesa de Hecho para visitar a mi hermano Antonio y familia, donde estaban pasando unos días de asueto. La idea era regresar a casa después de comer con ellos, pero la tarde se fue complicando hasta que se hizo la hora de cenar. Mi hija Jara todavía no había aprendido a caminar y apenas contaba con su veintena de dientes. Como teníamos previsto estar en casa para cenar, sólo nos llevamos la papilla de la peque para la hora de la comida. Antonio y Ana insistieron en que nos quedáramos. Cenaríamos pronto para que no se nos hiciese muy tarde y en cuanto a Jara, le pediríamos una tortilla floja.

Y así fue como, contra todo pronóstico, nos vimos sentados en torno a una mesa en el emblemático, pequeño y acogedor comedor del Hostal Blasquico, regentado por aquel entonces por nuestra querida Gaby Coarasa, pionera de la restauración altoaragonesa. No recuerdo con exactitud qué llegamos a cenar; sólo se quedó en mi memoria, por lo anecdótico del caso, una sopera de deliciosos garbanzos con bacalao.

A Jara le pedimos una tortilla floja sin saber cómo reaccionaría ante ella, pues se trataba del primer alimento que ingería más allá de sus papillas, potitos y alguna que otra galleta blandita con las que pasaba el rato. La tortilla apareció en la mesa a la par que los garbanzos con bacalao. Nos servimos unas generosas raciones de legumbres y cuando pusimos el primer trocito de tortilla en la boca de Jara, la pequeña giró la cara en señal de desaprobación. Insistimos una y otra vez, pero no había manera de que la probara. Cada intentona se convertía en una negativa. Fue Ana quien se dio cuenta, mientras Gloria y yo intentábamos con las acostumbradas estrategias que Jara probara la tortilla, que la niña no quitaba los ojos de los platos de garbanzos con bacalao que nos habíamos servido. Sin mucha fe, Gloria cogió un garbanzo de su plato, lo partió y se lo dio a probar a Jara. Fue poner el trocito de garbanzo en su boca y empezar nuestra peque a agitar manos y pies en señal de aprobación. No sé cuántos garbanzos y miguitas de bacalao llegaría a comer, pero la señorita se quedó más que satisfecha. A todos los presentes nos pareció increíble, además de amenizarnos la cena con sus caritas y aspavientos. En cuanto a la tortilla floja, os podéis imaginar quién se la acabó comiendo.

Hay muchas recetas de garbanzos con bacalao, todas interesantes. Yo practico la que me enseñó mi maestro, no solo en la cocina, hermano Antonio.

Ingredientes para 4 personas: ½ kilo de garbanzos, 400 gramos de bacalao desalado sin piel ni espinas, una cebolla, 3 dientes de ajo, 1 pimiento verde, una hoja de laurel, 2 tomates maduros, aceite de oliva, pimentón dulce y sal.

Elaboración: Poner los garbanzos en remojo la noche anterior con el fin de ablandarlos. Al día siguiente, en una olla con un poco de aceite de oliva, hacer un sofrito de tomate, cebolla, pimiento y ajo. Una vez hecho el sofrito, triturar y añadir el pimentón. Rehogar un minuto e incorporar los garbanzos, el bacalao, la hoja de laurel, sal y cubrir de agua. Dejar cocer a fuego lento hasta observar que los garbanzos están tiernos.





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