jueves, 8 de septiembre de 2022

01051 Una Sencilla Apetencia

 SIN COMPLICACIONES


Hay días movidos, tranquilos, con sobresaltos, de espera, activos, pasotas... y tontorrones. Aunque pensándolo mejor, no es que los días sean así, sino que más bien, cada cual los afrontamos con alguna de estas actitudes. Dicho lo cual, confieso que hoy, desde que he puesto los pies en el suelo, el día o yo, estamos algo tontorrones.

No sabría explicar muy bien cómo traducir este estado anímico. Ni estoy bien, ni mal, sino todo lo contrario. No me siento abatido, pero tampoco activo. Haría tal o cual cosa, pero solo pensarlo queda descartada. No es que esté vago, pero tampoco diligente. En fin, lo dicho, que tengo un día tontorrón.

Tanto es así, que ni siquiera la cocina ha sabido sacarme de este estado. Y ya es raro. Siempre tiene algo que proponerme, viejo o nuevo, o con lo que disuadirme y entretenerme. Pero esta vez, ha pinchado en hueso. Igual es que se lo he puesto muy difícil o directamente, no he querido enterarme. Hasta sumar, una nueva entrada, siempre me cuesta, a este caleidoscopio vital me ha resultado complicado. Como hago siempre, he empezado a ver imágenes y más imágenes, de donde salen todas las cosas que me gustan y que luego traslado aquí, y nada de lo observado me seducía en ese instante, espero que pasajero, de tontuna. Y no será por falta de fotografías, vivencias y sugerencias. Pero nada, que no ha habido manera. Cuando ya lo daba todo por perdido y a punto de cerrar el archivo general de imágenes y dedicar mi tiempo a yo que sé qué, me he topado con unas fotografías todavía sin clasificar. Están tomadas un día de agosto del año pasado. Ni recordaba su existencia. De repente, su sola visión me ha sacado una sonrisa y algo en mí se ha removido para sacarme de mi tontorrón estado. Unos sencillos huevos duros y unas láminas de cebolla han bastado para que me pusiera las pilas. ¡Qué cosas! Después de visionar magníficos escenarios de montes y mares, pueblos y ciudades maravillosas, suculentos platos propios y ajenos, bosques, ríos, catedrales y tierras hermosas y sugerentes, han sido unos simples huevos duros con cebolla los culpables de que mi día cambie.

Huelga decir que lo que he hecho a continuación, ha sido ir a la cocina y poner a cocer unos huevos, además de cerciorarme de que había en casa cebolla dulce. El resto, se puede imaginar. ¡Y cómo han caído de bien! Una sencilla apetencia y sin complicaciones, lo ha cambiado todo. No en vano, soy de los que opina que la sencillez da mucho juego, y no sólo en la cocina. Había llegado a la conclusión, como diría mi primo Julián, de que estoy ya marcando la llegada del vecino otoño. Puede ser. Y si es así, ya he encontrado un buen antídoto. 





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