miércoles, 11 de octubre de 2017

00554 ¿Quedamos?

PAISAJE DE AGUA



Han pasado ya algunos meses desde aquella jornada tan fantástica.  Sin gritos, ni ruidos, ni golpes ni voces. Todo parecía tan ordenado y desacostumbrado. Ese día me di cuenta de que tenías ojos de lince. Unos ojos difíciles ya de olvidar y que he intentado encontrar de nuevo en otras miradas. No recuerdo muy bien quien hablaba y quien escuchaba. Solo alcanzo a recordar el instante de discreto y apartado refugio. Esto, y el paisaje de fuego que nos rodeaba.


Atardecía. El agua parecía quieta, como pintada. El horizonte, apenas una minúscula raya, como la que delimitaba tus alargados ojos del resto de tu cara. Y el sol, en su tránsito de luz, parecía querer retener su marcha. Resultaba todo tan considerado.

Tomamos asiento en la húmeda orilla para que jugaran los pies con el agua tranquila. De los ojos de lince salían deseos de origen incierto hacia un destino de gratificante y encantado placer. Camino de agua e ingenio sentir en un  paisaje de encanto. Difícil imaginar que no sea cierto. ¿Quedamos?







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