lunes, 9 de octubre de 2017

00550 Las Manitas de Cerdo con Patatas

Y PIMIENTOS


Las manitas de tan noble y agradecido animal ya tuvieron su entrada en este blog hace algún tiempo. He estado dudando si las volvía a pasear por aquí o archivaba las imágenes definitivamente. Una me iba y otra me venía. Mi gusto por las manitas ya estaba confesado, con anécdota incluida. Lo de las patatas y pimientos no es más que una simple excusa, así me las sirvieron en el Restaurante "Los Monegros" de Sariñena. Por cierto, riquísimas. En su punto de textura, doradas y sabrosas. Y su aspecto era como para un bodegón.

Cuando ya parecía que me había decidido por su archivo y pasar página, he vuelto a mirar las imágenes y me ha parecido observar que me decían que nos las dejara en el olvido, que buscara cualquier excusa para así formar parte también de este caleidoscopio vital. Su insistencia me estaba incomodando hasta tal punto que me he levantado del ordenador y me he puesto a limpiar y hervir unas judías para comer.

Entre corte y corte de verde vaina he ido recordando memorables manitas de las que no tengo constancia fotográfica, aunque sí visual. Por ejemplo, unas manitas rellenas de foie sobre un lecho de manzana asada, que aplaudí en el Restaurante Canteré de Hecho; otras que degusté con caracoles en un establecimiento en las proximidades de la localidad de Siétamo, ya desaparecido, con caracoles; unas con cigalas en un restaurante cuyo nombre no alcanzo a recordar en la provincia de Lérida o las que hace mi hermano Antonio, sin ir más lejos.

Y mientras esto recordaba, me han venido a la cabeza las enseñanzas de un amigo médico al que también le vuelven loco las manitas de cerdo. Me dijo en una ocasión, que este alimento, por su alto contenido en vitamina B1, ayuda a superar el estrés y la depresión, amén de otras cualidades beneficiosas para nuestro organismo.

Al recordar esto, he vuelto presuroso al ordenador para decirles a las imágenes, destinadas ya al archivo y casi olvido definitivo, que estuvieran tranquilas, que yo, amigo de segundas y sucesivas oportunidades, iba a contar con ellas. Y aquí están, formando parte de este caleidoscopio vital, con todo su esplendor para recordarme su tan particular bondad. Mientras las subía al texto, me ha parecido que sonreían.






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