viernes, 27 de marzo de 2015

00038 El Teatro

QUE NUNCA FALTE

Vocación frustrada o sentido común. Fue, entre otros, mi deseo en la juventud. Quizás por "mis primeros pinitos" de aquel entonces, porque hubo quien me lo hice amar o por todos los mágicos misterios que lo envolvían, el caso es que el teatro me atrajo como un imán. Su disciplina, su compromiso, el ambiente de camaradería existente en todas y cada una de las puestas en escena, todos los sueños compartidos, los ensayos a hurtadillas, la emoción y los nervios ante el estreno, la voz atrapada por la timidez y el miedo escénico. Todo era cautivador. Y yo, parecía tener claro cual iba a ser mi dedicación profesional.


Pero no, cuando me "atreví" a confesar mis intenciones, una voz con gesto contrariado me dijo: "Primero, estudias. Después, puedes hacer lo que quieras". Y me lo dijo alguien que también amaba el bello arte de Talia y con quien compartí frente al televisor, en blanco y negro, todas las entregas de "Estudio 1". 


En ese momento no lo entendí. Me sentí muy incomprendido, contrariado y decepcionado. Había que sentirse así, era la edad quien lo marcaba. ¡Cuántas veces me he acordado de esa tajante voz, de su momentáneo enfado y de su sentido común!

De cualquier manera, algo me debió quedar de aquella época. Alguna simiente se me colaría por algún dobladillo de mis pantalones, porque, ¡anda que no!, la cantidad de veces que he tenido que representar papeles que no me correspondían e improvisar comedias para salir airoso de determinadas situaciones. Pero eso, son otra historias.


Hace tres años tuve la oportunidad y el privilegio de entrar a formar parte del Aula de Teatro y Poesía que se realiza en el Centro Cultural "Palacio de Villahermosa", de la mano de María Pilar Goded y Julia Lera. Toda una vital experiencia que comparto con un buen número de compañeros y que no citaré porque seguro que alguno me podría dejar y sería injusto por mi parte. Y me parece escuchar de nuevo la voz, pero ahora en un tono más suave y complacido.

Me divierte, me entretiene, disfruto, aprendo, comparto, me ilusiona..., me faltarían palabras para describir lo que siento; para expresar mi felicidad cuando soy llamado para hacer de doctor, de señor maduro o de viejo cascarrabias. Es como un volver a empezar, pero con la diferencia de que no hay nada que demostrarle al futuro. Es tan solo placer.











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