sábado, 28 de marzo de 2015

00039 Gloria Fuertes

CABRA SOLA

No me acordaba. Veo ahora que en Bilbao compré, el 19 de marzo de 1981, mi primer libro de Gloria Fuertes, "Obras Incompletas". Y mucho debió cautivarme su poesía pues observo que el 30 de marzo de ese mismo año, en la librería Lavaxeta de la capital vizcaína, adquirí un segundo volumen, "Historia de Gloria". Luego pasarían otros títulos a formar parte de mi íntima biblioteca. 

Hace tiempo que no los releo para sonreírme con ella. Hoy puede ser un buen día. Soy cuidadoso con los libros, si bien estos dos ejemplares a los que hago referencia, debieron hacer algunos cientos de kilómetros para ser testigos de mis sueños en más de una mesilla de noche.

Me gustaba -y gusta- Gloria por la facilidad que tenía a la hora de decir las cosas complejas, por su amor rendido a la vida humana, por expresar con ironía, nada fácil por cierto, el cotidiano sentir repleto de amores, desamores, miedos, soledades y esperanzas. Directa, sencilla, sin reglas, solo con la disciplina de escribir cada día con el caza mariposas de su imaginación.


El 20 de enero de 1989 en mi querida e inolvidable Radio Monzón tuve el privilegio de entrevistarle a través del teléfono. Lo hice en el programa nocturno que presentaba y dirigía, "Sueños de Papel". En esta ocasión me acompañaron mis buenas amigas Carmen Escudero y Conchi Lumbierres. Nada más escucharle decir, "Buenas noches",  con su voz cascada y rota, otras mariposas revolotearon por mi estómago. Éramos niño y niñas con zapatos nuevos. La poeta, como así gustaba definirse, que había dejado su voz en calles, plazas, bares y colegios, esa noche también la iba a dejar en una pequeña emisora de radio de una pequeña localidad oscense. 

La poeta que supo como nadie ponerle zapatillas a la soledad para llevarse bien con ella, la escritora de poemas de sol y bruma, nos dijo con su inconfundible voz que "estaba mejor, pero peor" y que le daba igual escribir en "el tren, un autobús, en la terraza de su casa,  debajo de un árbol o en la mesa camilla" desde donde nos estaba hablando. Fue una noche, la recuerdo como si fuera ayer, llena de magia, de palabra y de sinceridad.

La mujer autodidacta y poéticamente desescolarizada, como gustaba decir, nos enseñó que su humor es una forma crítica de deconstruir la realidad en un intento de descubrir la verdad de las cosas. 


 Con su muerte, en noviembre de 1998, se fue su risa y nos quedó el silencio.

Finalizo con el poema con el que Gloria Fuertes, tras su saludo nocturno, inició aquella querida emisión radiofónica.


CABRA SOLA

 

Hay quien dice que estoy como una cabra;

lo dicen, lo repiten, ya lo creo;
pero soy una cabra muy extraña
que lleva una medalla y siete cuernos.
¡Cabra! En vez de mala leche yo doy llanto.
¡Cabra! Por lo más peligroso me paseo.
¡Cabra! Me llevo bien con alimañas todas.
¡Cabra! Y escribo en los tebeos.
Vivo sola, cabra sola
—que no quise cabrito en compañía—,
cuando subo a lo alto de este valle,
siempre encuentro un lirio de alegría.
Y vivo por mi cuenta, cabra sola;
Que ya a ningún rebaño pertenezco.
Si sufrir es estar como una cabra,
Entonces sí lo estoy, no dudar de ello.

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