sábado, 7 de marzo de 2015

00023 La Villa de Alquézar

RETROCEDER EN EL TIEMPO


Destino singular y siempre gratificante. Así contemplo esta villa que no me cansaré nunca de admirar y que de forma elegante se asienta sobre el Cañón del Río Vero. 

Lugar de capa y espada. De leyendas de doncellas y reyes moros. De estrechas callejuelas y piedras de silencios. De caminar pausado y mirada vigilante. Al-gásr, Alquézar, la fortaleza.

Para dominarlo todo se alza impresionante, como extraordinario es el paisaje que le rodea, su majestuosa Colegiata, otrora fortaleza, hoy, Monumento Nacional. Colegiata de Santa María La Mayor, cuaderno de piedra donde el transcurrir de los siglos y las distintas corrientes artísticas han escrito su historia. Y a sus pies, una villa que invita al viajero a revivir su pasado medieval entre calles, portalones, escudos y callejuelas.

Plaza Mayor con recuerdo a "Barca varada", a noches estrelladas despertando ilusiones y conversaciones infinitas de olvidados pronunciamientos. Así rememoro mi primera visita a la villa,  hará ahora treinta y cinco años. Una pequeña localidad que quería y necesitaba seguir viva, salir de su anonimato y afrontar un incierto futuro con los avales que le ofrecía su espectacular entorno, su historia y su fascinación. Conseguido el objetivo, con el no poco esfuerzo de sus moradores, hoy me recibe una localidad bien distinta, pero igual de enigmática y bella. Es entonces cuando quiero reconocer alguna olvidada sonrisa, algún pintor a punto de acabar su obra, a un fotógrafo apurando la última luz de la tarde y su último carrete, y un "ya no puedo más", después de "devorar" en "Casa Gervasio".

Hoy nos han recibido cientos de almendros en flor, centenares de benditos olivos y un buen número de trasnochados recuerdos. Hoy te he visto más hermosa que nunca.







 

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