lunes, 9 de marzo de 2015

00025 La Fuente de Marcelo

HUMILDE Y SENCILLA


Así, tal se ven y se sufren las cosas del día a día, cuán grandes se tornan las cosas sencillas. Una improvisada mañana de domingo y un espontáneo destino. Recuerdos de infancia como en su día lo serán de nuestros hijos. Un paseo de la mano sobre el crujir de las ya cansadas bellotas. Y el espíritu con el ánimo se congracian y se dan la mano también. 



El paisaje es humilde, natural y hermoso. Olvido la plomiza pesadez de las cosas y de los reiterados hechos indeseables. Cada rincón es una pintura y en su conjunto un museo de la naturaleza.

Pasa el tiempo, apenas tres meses, y vuelvo a visitarte. Me sugiere ahora tu plácido dormir, sin sobresaltos, al compás del dulce y casi imperceptible susurro del gélido manantial. Y aún en tu desnudez, desprovista de ornamentos, te adivino coqueta, atractiva y misteriosa. 

Y pronuncio en silencio, "mirad dónde pisáis, no quebréis rama alguna que la pueda despertar. Que duerma, dejad que también sueñe. Que sea la primavera y sus prodigios quien la retorne a la vida".

Prometo regresar en otros tres y seis meses para dar el visto bueno a tu mudanza, para no olvidarme de tu placidez y volver a recordar los sonidos de la infancia con sabor a pan y chocolate.


Para los oscenses, huelga decir dónde está y cómo llegar hasta este paraje. Pero si por una casualidad alguien ajeno a la ciudad leyera este blog y le entrara la curiosidad por visitarlo, copio literal las indicaciones que se muestran en la página web del Ayuntamiento de Huesca: "Un estimulante paseo por las solitarias orillas del Isuela, donde la tranquilidad y la naturaleza son las únicas compañeras de excursión. En el Convento de las Miguelas parte el camino rural que enseguida se instala en la ribera del río. Remontando su curso entre sombreados restos del antiguo soto fluvial y bordeando campos de labor se alcanzan las praderas de Marcelo, después de haber superado los viaductos de la autovía. Bajo un multicolor parasol de temblones, chopos, acacias, quejigos... brotan borboteantes las incesantes aguas de sus manantiales. Unas fuentes recuperadas para sus visitantes más asiduos, varios bancos y mesas y un pequeño cobertizo de madera bajo el que guarecerse de unas inoportunas gotas o del sofocantes calor del verano adornan este lugar de recreo".

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