martes, 31 de julio de 2018

00758 Cervecería Bonilla

DONDE LOS CAMAREROS BAILAN

Si en algún momento visitáis la ciudad de Huelva, me vais a permitir que os recomiende un lugar que tiene un encanto especial. Se trata de la Cervecería Bonilla, en el muelle de las Canoas, uno de los tres establecimientos hosteleros que la familia Bonilla tiene abiertos en la capital onubense.

Me acerqué hasta aquí atraído por el reclamo del baile que ejercitan sus camareros al caer la tarde para dar la bienvenida a los pasajeros del último barco del día que llega al muelle desde Punta Umbría. No decepcionó mis expectativas el pequeño espectáculo que brindaron los profesionales del Bonilla junto a  la implicación del público que aquí se da cita. Son apenas quince minutos en los que los camareros y camareras dejan momentáneamente  sus bandejas para mostrar al público sus simpáticas coreografías. Un cuadro de baile original, simpático y alegre, al que es habitual se unan clientes una vez aprendidos los pasos. En Youtube tenéis un buen número de vídeos para que os hagáis a la idea.

Pero en esta cervecería, evidentemente, no solo es bailar. Es un atractivo complejo hostelero compuesto de distintas zonas para complacer el gusto de la variada clientela: restaurante cubierto, terraza, heladería, coctelería... La oferta es amplia, variada y con distintas propuestas, según apetencias. Desde una tapa/ración generosa y una caña, hasta un menú al uso con productos de temporada,  platos combinados o una socorrida hamburguesa bien presentada. Y todo, a precios muy asequibles. Y si esto es interesante, no lo es menos el sistema de organización del servicio. A pesar de la numerosa clientela que aquí se da cita diariamente, el tiempo de espera desde que pides la comanda hasta que la tienes delante de tí, como se dice ahora, es de cero coma. Todo está delicioso y preciso, pero por dar alguna recomendación para tomar una caña y recrearte con el ambiente, sugiero la ensaladilla de gambas.

Y ya, para completar la visita, entre bocado y bocado, y sorbo y sorbo, solo queda levantar la vista y dejar que se pierda entre los hermosos atardeceres sobre un mar que parece querer hablar. No sé que me da, pero si viviera en Huelva, sería un abonado parroquiano a esta cervecería de los Bonilla.





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