viernes, 20 de julio de 2018

00742 Los Aceites

UNA DELICIA

Untar pan en aceite con sal me resulta una delicia. ¿Cuántas veces hemos ido a comer, con cierto agujero en el estómago, a algún restaurante o casa de comidas, sobre todo en estas últimas, y ante la tardanza en el servicio, nos hemos abalanzado sobre la aceitera y el salero para hacernos un apaño en el plato y empezar a untar pan como posesos? En mi caso, innumerables.

Claro, el pan,  el agua y el vino es el  primer trío que habitualmente aparece en la mesa. El aceite y la sal, junto con el vinagre, acostumbran a estar ya cuando llegan los comensales. Aunque ahora que pienso, cada vez menos. Hay que pedirlo. De cualquier manera, una debilidad.

Donde no hay que demandar los elementos necesarios para esta sabrosa práctica es en el Restaurante de La Venta del Sotón, en Esquedas.  Algún día también traeré este icono de la gastronomía altoaragonesa hasta este caleidoscopio vital por todo lo que ha representado y significa en mi familia a lo largo de los años. Aquí, desde hace tiempo, una vez elegido el menú, cosa peliaguda pues apetece todo tanto de la carta como de los menús alternativos, se inicia el servicio con una degustación de aceites de la tierra en sugerente presentación. Aconsejan tomarlos en un orden, con pormenorizada información sobre  la procedencia de los aceites a catar, en función de su sabor y acidez. Cuatro variedades de aceite que luego abren el debate entre los comensales sobre el favorito de la terna. Ah! y sin sal. Solo aceite y un exquisito pan de hogaza.

Y a partir de aquí, para qué contar.

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