martes, 17 de julio de 2018

00738 Las Patatas Asadas

¡QUÉ GRANDES EN SU HUMILDAD!

Nunca un alimento tan popular, humilde y sencillo nos ha deparado tan grandes momentos: la patata asada. Sustento de reunión, confraternización y tradición, la patata asada siempre nos acompaña, en su anónimo protagonismo, en motivos de festividad, compañía y encuentro. Bocado al calor de la hoguera y maestro a la hora de culminar la "faena".

No necesita de grandes compañías para laurear su presencia. Se basta solo. Aceite, sal, vinagre y el plácido deleite en la boca. Es más que suficiente. Cualquier otro añadido es ya para sobresaliente.

Alimento de antojo, de apetencia inesperada, de dicho y hecho. Socorro y auxilio de las neveras vacías y de buen conformar. ¡Qué grande en su humildad!

Mientras esto escribo, me vienen a la memoria las memorables patatas asadas de "La Campanilla", en Jaca. Hace tiempo que no frecuento el lugar. Este recuerdo inesperado puede ser una buena excusa para una pausada visita, aunque sea verano y apriete el calor. Los antojos y apetencias no entienden de estaciones y las excusas tampoco.

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