lunes, 16 de julio de 2018

00737 Las Rosas de Pitiminí

OTRO PEQUEÑO ESPECTÁCULO

Siempre me hizo gracia su nombre. Mi madre acostumbraba a citarlo con bastante frecuencia, aunque yo no acabara de entenderlo muy bien. Tan pronto lo pronunciaba para hacer referencia de alguien que iba de "punta en blanco",  "iba vestida como una rosa de pitiminí", como que hacía notar mi ignorancia sobre algún asunto de forma florida y amable, y un suspirado ¡ay, rosa de pitiminí!. También utilizaba la expresión para dejar latente algún estado de  ingenuidad y en lugar de pronunciar el consabido "dónde vas alma de cántaro", lo cambiaba por un  "dónde vas rosa de pitiminí". Llegué a cogerles cariño a esas "rosas de pitiminí" que eran ya como de la familia, aunque, por otra parte, no tenía ni idea de cómo podían ser.

En alguna ocasión he tenido en casa rosas de pitiminí, pero me han durado poco a pesar de que dicen que no requieren muchos cuidados. En verdad, las rosas en general, y en maceta,  no se me dan bien. Pero tampoco importa. Tengo localizados varios lugares públicos en los que las rosas de pitiminí no pasan desapercibidas, gracias a su generosa frondosidad y no menos generosa floración, con sensual, evocador y edulcorado aroma incluido. Es un auténtico espectáculo su contemplación.

A estas rosas enanas o en miniatura, se les conoce también como rosas ramificadas por tener varias flores por tallo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario