domingo, 15 de abril de 2018

00663 La Leyenda del Hombre Pez

EL HOMBRE PEZ DE LIÉRGANES

Me gustan las leyendas y las fantásticas historias que se transmiten de generación en generación. Siempre asombrosas y genuinas. Algunas nacen de un hecho real que con el tiempo se van desvirtuando para convertirse en algo fantástico e increíble, aunque no por ello dejan de ser atractivas historias. Muchas de ellas, la mayoría, se mantienen en el recuerdo de la tradición oral para escasamente salir del ámbito donde se generó. Otras, se refuerzan con un reclamo visual como queriendo dejar constancia del hecho acaecido. La última conocida y que traigo hasta aquí es la leyenda del "Hombre pez" de Liérganes. Por cierto, que no tardaré mucho en trasladar hasta aquí esta preciosa y atractiva localidad cántabra.

Cuenta esta leyenda que a mediados del siglo XVII, en Liérganes, vivió una pareja, Francisco de la Vega y María de Casar, que tenían cuatro hijos. Francisco falleció y la viuda mandó a su hijo, también Francisco, a Bilbao a aprender el oficio de carpintero.

Ya en Bilbao, Francisco se fue a nadar el día antes de San Juan, en el año 1674, con unos amigos. Francisco fue llevado por la corriente y desapareció. Cinco años después, en 1679, se afirmaría que había sido visto en las costas de Dinamarca, en el Canal de la Mancha y en Andalucía. Así, en Cádiz, unos pescadores afirmarían ver a un ser acuático con apariencia humana y que desaparecería rápidamente. La aparición se iría repitiendo constantemente hasta que se consiguió atrapar a la criatura con trozos de pan y unas redes. Una vez capturado se constataría que se trataba de un hombre con escamas y forma de pez.

El hombre pez sería llevado al convento de San Francisco donde sería interrogado para saber de quién se trataba. Transcurridos unos días consiguió tartamudear una palabra: Liérganes. Nadie sabía su significado hasta que una persona de la Montaña cántabra que se encontraba trabajando en Cádiz, comentó que en la Montaña había un pueblo que se llamaba así. También Domingo de la Cantolla, secretario del Santo Oficio de la Inquisición, confirmó dicha apreciación ya que él era de Liérganes.

Preguntado en Liérganes si había pasado algo extraño en los últimos años, desde aquí se respondió que únicamente se había registrado la desaparición de Francisco de la Vega cinco años atrás. Entonces Juan Rosendo, un fraile del convento, acompañó a Francisco hasta Liérganes para comprobar si era cierto que era de allí y a la altura del Monte de la Dehesa, Francisco se adelantó y fue directamente hasta la casa de María de Casar, que rápidamente lo reconoció como su hijo.

Ya en casa de su madre, Francisco vivió tranquilo sin mostrar ningún interés por nada. Iba descalzo y a veces desnudo y no hablaba apenas. Se dedicaba a llevar cartas a poblaciones vecinas, e incluso a Santander, a donde llegó en una ocasión tras nadar desde Pedreña, entregando la carta mojada. Después de nueve años en casa de su madre, desapareció en el mar sin volverse a saber nada sobre él.

La escultura que recuerda la leyenda es obra del artista Javier Anievas y representa al "Hombre pez" en su juventud. Está ubicada en el exterior del Centro de Interpretación del Hombre Pez, en el antiguo molino de Mercadillo junto al Puente Romano, "Puente Mayor", frente al río Miera.




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