miércoles, 18 de abril de 2018

00665 Los Cogollos

CON ANCHOAS

Y si son de Tudela, de verdad de la buena, mucho mejor. Hoy los acompaño con unas anchoas de Santoña, mañana con un buen boquerón y otro día con salmón, por poner algunas notas de color. Resulta curioso pero todavía recuerdo la primera vez que los vi, caté y alabé. No sé el motivo, pero mi memoria pez así quiere que sea. Fue en Alerre, en su ya desaparecido restaurante, en la década de los 80 del siglo pasado. Dicho así, parece que le doy más prestancia a mi flaca memoria. Allí estaba, por aquel entonces, mi amigo "Baby" sorprendiéndonos en cada visita que hacíamos. Cuando no era una salsa, era un producto o una especialidad que no dejaba de asombrar. Era algo distinto a lo que estábamos acostumbrados. Y fue en una de esas visitas cuando fui sorprendido con unas "lechugas pequeñas", tiernas y sabrosas, acompañadas de unas anchoas. Me pareció muy original, como todo lo que allí se hacía.

Me gustan los cogollos, es cierto, pero no es menos cierto que no me gustan todos. Anda que no he dejado veces sobre el plato, casi sin tocar, especímenes con el apelativo de cogollo, duros o amargos, a los que no había por donde meterles el diente. Los que me gustan son los de Tudela, una variedad de lechuga arrepollada, bañada por las aguas del río Ebro, algo más grandes de lo habitual, de hojas de un verde intenso y de corazón casi amarillo.

Ahora que salimos de los fríos, comenzaré a tenerlos en cuenta en mi dieta diaria con sencillos "apaños" que iré compartiendo en este lugar. Esto es solo un anticipo.


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