viernes, 27 de abril de 2018

00671 ¡Marchando una de Rabas!

EN CUALQUIER MOMENTO

Con solo escuchar la frase se me alegran el alma, el ánimo y hasta los jugos gástricos. Y ya, cuando las pruebo, la vida empieza a tener otro sentido. Veo las fotografías y me lanzaría ahora mismo a por un buen plato de ellas, pero las de mi hábitat natural, aquí calamares, sin menos precio alguno, no es la misma cosa como estas rabas norteñas. Creo recordar que estas son de Castro Urdiales.

Un plato de buenas rabas me parece algo, en su sencillez, delicioso y alentador. Un quita penas infalible, la apoteosis de un aperitivo o el capricho de cualquier comida. Pero como todo para que esté bien, hay que saberlos hacer. Y de esto, por las tierras norteñas son especialistas. Especialmente me encantan aquellas cuyo rebozado se escucha en la boca. Nunca he preguntado cómo se consigue. Me lo puedo imaginar, pero no compartiré mi opinión por si acaso digo alguna barbaridad.

Como afortunadamente no tengo otra cosa que hacer en esta tarde, la he dedicado a indagar entre la diferencia entre calamar y raba, así como por el origen de tan fantástica forma de elaborar el susodicho cefalópodo.

A modo de resumen. En una publicación del Diario Montañés, firmado por Antonio Martínez Cerezo, se indica lo siguiente: "En la prensa decimonónica abundan los anuncios que informan al personal de la llegada a puerto, plaza o mercado, de partidas de rabas procedentes de los gélidos mares situados al norte del norte de España. A este tipo de producto, llegado en barriles y expendido a granel como cebo para pescar sardinas, hace referencia el DRAE en la única acepción que al vocablo reconoce, definiendo raba como «cebo que emplean los pescadores, hecho con huevas de bacalao». Y de la raba que a diario se picotea en los mesones y restaurantes de Cantabria la Academia no dice ni pío

En punto y seguido se indica lo siguiente,  "Que raba sea femenino de rabo no es dislate. El pulpo tiene ocho patas. Que por patas son rabos. Y por rabos, rabas. Tal apreciación tiene un sustantivo precedente literario. En La Leva (1864), Pereda sitúa en la balconada corrida de un humilde barrio de pescadores a la mujer del tío Bolina, padre del Tuerto, clavando unas rabas de pulpo en la pared del balcón para que se oreen. De manera que rabas y de pulpo".

En cuanto a la diferencia entre calamar y raba, no acabo de encontrar la razón precisa. Hay quien hace el distingo según la costumbre de denominación en una u otra zona del país. Quien distingue el calamar de la raba por la forma de presentar el producto; si son en aros es calamar y si es a tiras las denomina rabas, y quien, de forma ya más exquisita, solo admite el término raba cuando se trata de las patas del pulpo. 

Enfín, sea como fuere, ¡Marchando una de rabas! siempre y en cualquier momento.

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