martes, 27 de octubre de 2015

00156 Las Excursiones Otoñales

UNA FIESTA PARA LOS SENTIDOS

La provincia de Huesca regala a lo largo del año muchos momentos gratificantes. De norte a sur y de este a oeste. Sí, de norte a sur y de este a oeste. Sólo hay que querer que así lo sea. Tender la mano a la naturaleza y dejar que te arrulle y acoja en un abrazo.

Uno de esos grandes momentos coincide con la llegada del otoño. Con ese instante de mudanzas y cálidos colores que lo ocupan todo, que todo lo asombra. En cada esquina, después del recodo, a unos pasos de la vereda, a los pies del río, allí donde apenas alcanza ya la vista, detrás del camino nada más cruzar el puente, en la margen izquierda, en la ladera del monte, a pocos metros de la casa labriega... El espectáculo anunciado está servido. Un privilegio ser uno de los testigos.

Complacen los colores que pugnan por ser los más hermosos. Asombran los contrastes de quien cambia frente a los que de manera indiferente persisten en su verdor. Resulta grato como a cada paso algo llama la atención. No hay palabras, sólo silencio y admiración.

Los sentidos en alerta. La fiesta acaba de comenzar. No hay baile ni música. Es una velada tan sólo de quedar. Un festejo para acariciar miradas y concentrar atenciones. Sin fingir, sin renunciar a sorpresa alguna y refugiar los deseos en cada reposo de cada súbita y necesaria ternura. No hay pretexto para ocultar la dicha.

Certidumbre maravillosa en días de altura. Libre compañía con quien comenzar un fantaseo. Inmóviles escenas de aderezo visual. Es fácil soñar cuando todo duerme, incluso la melancolía.






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