lunes, 14 de agosto de 2023

01173 Las Cajas de Bombones

 LA VIDA ES COMO UNA CAJA DE BOMBONES...


 Como me sucede con cualquier otro dulce, no daré un paso por él. Pero si viene a mí, me cuesta muy poco ponerme a la faena.

He comprado cajas de bombones para regalar en numerosas ocasiones, si bien, en mi vida he adquirido para mí una caja de este preciado tesoro, ni para tener en casa. ¡Y mira que me gustan!

Me satisfacen desde el momento de abrir la caja. Tan aparentes y ordenados. Sus formas y colores, su disposición en el estuche, -nada es azar-, su atractivo aspecto, su aroma, su extensa variedad… Desde siempre me han llamado la atención las cajas de bombones. Me parecen un símbolo de bienestar, alegría y felicidad. Son algo mágico. Cuando estás delante de una caja de bombones, resulta difícil no sonreír o generar un sentimiento de regocijo.

Al igual que nunca me he comprado una caja de bombones, jamás me he comido un bombón en solitario. Que yo recuerde, siempre lo he disfrutado en compañía, habitualmente familiar. Resulta entretenido, a la par que divertido, comerlos en familia. Se intercambian gustos y pareceres. Se atienden recomendaciones e impera la cortesía y la generosidad… (Porque me da un poco de pereza, pero se podría hacer un tratado al respecto).

Cuando no sé muy bien qué regalar, acudo a la caja de bombones. Es difícil no acertar. Los bombones gustan a casi todo el mundo. Y si no es así, si hay alguien a quien no le gusta, -hace muy poco tiempo me sucedió, el agraciado sabe redirigir el destino de la dulce caja. Y es que regalar una caja de bombones, me da la impresión, no tiene vuelta ni cambio de dirección.

Ver una caja de bombones, es recordar, de forma irremediable, la magnífica película “Forrest Gump” y la fantástica interpretación de Tom Hanks, quien, sentado en un banco con una caja de bombones entre sus manos, asevera de forma acertada que “La vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar”. 




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