viernes, 11 de agosto de 2023

01171 Las Rebanadas de Palmo

 PRUEBA SUPERADA


Cuando me enfrenté a ella, podía leer en sus miradas, "no podrá con toda". Tengo que reconocer que tampoco yo confiaba demasiado en poder meter en mi estómago, la monumental rebanada que medía más de un palmo.

Afronté el cometido y lo primero que pensé fue, "no hay prisa". Además, tenía ante mí un manjar que no probaba desde hacía tiempo; una buena rebanada de pan de payés con tomate y una generosa ración de fuet. Era cuestión de saborear delicadamente cada bocado y dejarme llevar. En otros tiempos, la susodicha tostada hubiese durado en el plato un suspiro. Pero lo dicho, en otros tiempos.

Y empecé a dar cuenta de la singular rebanada de pan como quien no quiere la cosa. Algo remaba a mi favor, y es que tenía hambre. Corría el riesgo de comer rápido, es lo que me sucede cuando estoy ansioso por algo. Pero no era el caso. Estaba tranquilo. Así, que comencé a comer despacio, restando importancia a lo que tenía delante de mí. La verdad es que estaba deliciosa.

Cuando llevaba algo más de la mitad de rebanada de pan con fuet consumida, me entró un pequeño colapso, una especie de ya tengo suficiente, a partir de aquí es ya un exceso. Pero lo cierto, es que el popular manjar me seguía tentando. Miraba las caras de quienes me acompañaban. Parecían sentirse ganadoras de una apuesta inexistente. Incluso alguien dijo, "te va a sentar mal". Sería la primera vez que tal delicia me sentara mal. Volví a la carga ante el asombro de las incrédulas miradas. Y chino chano, como se dice por mi tierra, no quedó ni una miga de muestra.

Me sentí satisfecho. No por el hecho de haber podido con semejante rebanada, sino porque pude comprobar, contra todo pronóstico, que todavía quedaba en mí algo de lo que fui. Solo puse un reparo. La susodicha rebanada tuve que acompañarla con un café americano. Tenía que conducir. 





No hay comentarios:

Publicar un comentario