sábado, 5 de agosto de 2023

01166 El Parque de Bomarzo

EL PARQUE DE LOS MONSTRUOS


Sería nuestro primer destino en un viaje inolvidable por la fascinante Italia, tras pernoctar la primera noche en suelo italiano en Civitavecchia. En el trepidante itinerario de cerca de 3.000 kilómetros en quince días, y de camino a la soñada Toscana, marcaríamos la visita obligada al Parque de Bomarzo.

El Bosque Sagrado de Bomarzo, como también se le conoce, se localiza en la provincia de Viterbo, en el centro de la Tuscia del Lacio. Fue mandado construir en 1547 por el duque Pier Francesco Orsini, tras enviudar. Se dice, que el Jardín de Bomarzo es producto de una mente perturbada por el amor. Orsini, un singular personaje del Renacimiento, no pudo soportar la muerte de su amada Giulia Farnese. A partir de ese momento, su cabeza se llenó de monstruos. “La pareja acababa de abandonar el ruido de la ciudad y soñaba con disfrutar de la magnífica propiedad que la familia tenía en la región del Lacio. Pero el aristócrata, que durante 35 años se había dedicado al arte militar, no contaba con que su plan iba a irse pronto al traste y que la soledad se convertiría en su compañera de viaje hasta el final de sus días”.

De las pesadillas de Orsini salieron todos los monstruos que se pueden ver en este jardín renacentista y cuyo diseño y ejecución corrió a cargo del famoso arquitecto Pirro Ligorio, quien también supervisaría las excavaciones de Villa Adriana y creador de la Villa d´Este, en Tívoli. Según se cuenta, “Ligorio quiso crear un jardín sin ataduras formales y por ello no impuso espacios delimitados ni una ruta fija, dejando que quien paseara, lo descubriera a su aire”.

Durante casi 30 años, un equipo de artistas tejió en este 'parque temático' una red de esculturas talladas sobre la roca que se fue adueñando del tono verde de este bosque solitario. Cada monstruo lleva una inscripción, un mensaje que condensa el pensamiento de Orsini que consiguió hacer realidad, con sus particulares demonios, esta fantasía pétrea.



Este gran y peculiar espacio verde, como es el Parque de los Monstruos, Parco dei Mostri, acoge más de una veintena de grandes estatuas, basadas en las gárgolas y criaturas grotescas que adornaban las catedrales medievales, pero esculpidas en proporciones monumentales. Hay esfinges, monstruos, sirenas, elefantes, tortugas, sátiros, dragones, una casa inclinada… Muchas de las figuras están ligadas a la muerte, recordando que la belleza del jardín procede de la tristeza del duque por la pérdida de su esposa. 

Desde que se construyera el parque hace casi 500 años, muchos han sido los estudiosos, artistas e intelectuales que se han preguntado por las intenciones reales del Príncipe Orsini y sobre los significados escondidos y esparcidos por el parque. Un espacio cargado de simbolismo, con continuas referencias a la mitología y al mundo de lo fantástico. Una de las hipótesis que se baraja es que “fuera muy probable, que la intención del príncipe fuese la de crear una especie de ruta iniciática, donde, según palabras del mismo Orsini, fuera posible ´desahogar el corazón´, pero al mismo tiempo, sorprender a los ojos de los huéspedes”.

Este parque de las maravillas se redescubrió y revalorizó con el tiempo, sobre todo gracias al interés de muchos artistas, entre los cuales se encontraba Salvador Dalí. El pintor surrealista lo descubrió en el año 1948 y lo calificó como “una invención única”.  Quedó tan impresionado con la visita al parque, que encontró inspiración para una de sus obras: Las Tentaciones de San Antonio. Dicen que Dalí, “cuando tuvo noticias de la existencia de este escenario en Bomarzo, quiso adquirir las esculturas renacentistas, porque, según él, aquí había nacido el Surrealismo 500 años antes. No consiguió su propósito el artista catalán, pero sí contribuyó a difundir las maravillas de este lugar”. El escritor argentino Manuel Mujica Lainez  hizo lo propio con una novela, Bomarzo, inspirada en la historia de Pier Francesco Orsini, a la que siguió el libreto de una ópera.

A la muerte del duque en 1585, el bosque de Bomarzo quedó abandonado a su suerte durante cuatro siglos. En 1954 la propiedad fue adquirida por Giovanni Bettini, quien decidió resucitar este escenario.

Más allá de cuales fueran las intenciones reales del Príncipe Orsini, está claro que todo el complejo es una gran celebración de amor dirigida a la mujer Giulia Farnese. A ella, de hecho, está dedicado el Tempietto, un pequeño templo, que se encuentra sobre un pequeño montículo rodeado de un amplio espacio verde.

La visita a este extraordinario parque nos llevaría unas dos horas y media. Sin prisas y fijándonos en los cientos de detalles que esculturas y paraje ofrecen. Pasado el umbral de entrada y superadas las dos esfinges que reciben al visitante, nos encontraríamos con una colosal cabeza de un monstruo marino; la de Proteo-Glauco, el pescador que se convirtió en dios marino tras comer una hierba mágica.

La siguiente escultura que nos saldría al paso sería la de Hércules y Caco en una lucha entre gigantes. Hércules mata descuartizando con las manos a Caco, el hijo del dios Vulcano. Y a partir de aquí, todo un mundo mágico por descubrir a través de los grupos escultóricos de la Tortuga y del Pegaso Alado, un colosal Elefante y la estatua del dios Neptuno, además del Orco, con su enorme boca abierta, y en cuyo interior hay una mesa de piedra con unas sillas. Y sobre su boca, la inscripción: “Dejad todo pensamiento los que aquí entráis”; una invitación a abandonar las creencias racionales y encontrar la parte más instintiva y auténtica.

También nos encontraríamos con una Casa Inclinada, un edificio construido sobre un macizo inclinado. Se puede entrar a su interior, pero con cuidado. La perspectiva engaña a nuestros ojos hasta hacernos perder el equilibrio.

Piñas y Bellotas decorativas, con dos Osos heráldicos, Equidna, los Leones y la Furia, dos míticas figuras mitad mujer, mitad serpiente, con dos leones en el centro…. A la entrada nos sería entregado un mapa del parque con un itinerario y 36 puntos de interés. Todas las esculturas sorprenden, porque salen al paso asomadas entre los árboles, entre los parterres o junto a los arroyos.

En mi libreta de viaje apunté, tras la visita al parque y mientras tomaba un café en el mismo complejo, lo siguiente: curioso, inquietante, terrorífico, ¿un parque dedicado al amor?, brutal, colosal, ¡Una pasada! No me importaría volver a visitarlo con más calma y menos calor.

La visita la realizamos el 17 de junio de 2022, en plena ola de calor, con 36 grados centígrados a las 11 de la mañana.

 

"Vosotros que entráis aquí, considerad lo que veis y luego decidme, si tantas maravillas están hechas por el engaño o por el arte"











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