domingo, 21 de agosto de 2022

01034 Los Huevos Poché

 VIEJOS CONOCIDOS


En esta ocasión, la cocina del recuerdo no viene de la mano de mi madre, sino de mi padre. A él también le encantaba la cocina. A pesar de que yo contaba con tan solo nueve años cuando falleció, guardo en mi memoria un buen puñado de felices momentos, incluso gastronómicos.  Todavía puedo imaginarle cuando, entre paciente y paciente, -la consulta estaba en el mismo domicilio familiar-, se “adueñaba” de la cocina para sorprender con alguna de sus especialidades o poner en práctica algún que otro cocinado leído o sugerido. Más de una de sus exquisiteces culinarias ya han aparecido por este caleidoscopio vital, como no podía ser de otra manera.

Recuerdo así ahora unos huevos poché que mi padre sacaba a la mesa como si se tratasen de obras de arte, o por lo menos así lo quería ver yo. Sería mi admiración por todo lo que hacía “mi querido hombretón”. No alcanzo a recordar el proceso de elaboración, sólo su resultado final y los pequeños recipientes de cristal en forma oval donde los cocinaba y servía, laureados por una anchoa. A mí me encantaban, como todo lo que él hacía.

No sé qué fue de esos útiles de cristal, de forma oval y partidos por la mitad, y que se cerraban herméticamente con una pieza de metal. Mi madre, tras la pronta y repentina muerte de mi padre, los utilizó en contadas ocasiones.

Mi relación con los huevos poché pasó a la historia, hasta que, en un programa de un popular concurso televisivo de cocina, vi como los concursantes debían enfrentarse a su “divertida” elaboración por el método del “remolino”. Al ver los huevos poché, se me hicieron presentes las imágenes que acabo de comentar. Fue a partir de entonces cuando me reencontré con estos deliciosos y versátiles “viejos conocidos”.

Hay varias formas de hacer huevos poché, también conocidos como huevos escalfados o huevos flor. A mí, particularmente, por divertidas y por su aparente resultado final, me gusta utilizar la técnica tradicional y la del papel film.

El método tradicional consiste en poner a calentar abundante agua en una olla. Mientras se calienta el agua, se casca un huevo en un vaso con cuidado de no romper la yema. Cuando el agua este a punto de hervir, se remueve el agua con una cuchara hasta formar un pequeño remolino sobre el que dejaremos caer el huevo. El mismo remolino impedirá que la clara se disperse por el agua. Se deja cocer el huevo durante tres minutos y se retira del agua ayudados de una espumadera. Se sala al gusto y se sirve a continuación.

La técnica del papel film es muy práctica pues nos permite hacer varios huevos poché a la vez. Para ello, se recorta un trozo de papel film y se pone sobre un vaso. Se pincela con un poco de aceite y se casca un huevo sobre él. Se sala al gusto. Se cierra el papel film haciendo un nudo.

Se pone a hervir abundante agua en una olla y cuando comience a hervir se van depositando los paquetes de huevo y se dejan cocinar durante tres minutos. Transcurrido este tiempo, se sacan y se dejan en un recipiente de agua fría para que se corte la cocción. Solo restará, antes de servir, liberar los huevos poché del papel film.

Los huevos poché que ilustran este texto están acompañados con unos tostones de pan frito, un chorrito de aceite trufado y sal.  Una combinación deliciosa.

 



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