Es una de mis grandes aficiones. Y como afición que es y por definición, me considero un aficionado. He perdido la cuenta del número de instantáneas que tengo guardadas. Todo fue bien y más o menos ordenado hasta que dí el paso a la fotografía digital. Hasta entonces era emocionante consumir el carrete, llevarlo a revelar y esperar a la sorpresa en su doble vertiente. La siguiente operación, colocar las imágenes en el álbum con su referencia al carrete y escribir su correspondiente pie de foto. Y así un rollo tras otro. Hace ya unos años abandoné mi Canon reflex por una Nikon digital. Me costó dar mucho el paso a pesar de que todo el mundo hablaba maravillas de las cámaras digitales. Pero no sé, me daba un no sé qué abandonar a quien había sido testigo en primera persona de nuestra más reciente historia familiar. Me parecía un acto desleal. ¡Y qué fotos hacía la condenada!
La fotografía para mí es algo más que una imagen más o menos bella o artística. Para los que tenemos memoria de pez, como es mi caso, la fotografía es el notario de nuestros días, de nuestra vida. Quien ha visto y recuerda cómo han crecido nuestros hijos. Quien nos trae al presente momentos casi olvidados y capacitada para emocionarnos una y otra vez. Muda y silenciosa nos arranca la lágrima perdida, el aplauso contenido, la sonrisa anticipada o la tristeza más hermosa. Es, sin duda alguna, una gran aliada.
Y sí, José Luis Fortuño, voy aprendiendo a contener mis impulsos y a economizar y seleccionar los disparos. Aunque también te digo, que no siempre lo consigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario