sábado, 21 de febrero de 2015

00011 20 Poemas de Amor...

... Y UNA CANCIÓN DESESPERADA

No recuerdo con exactitud mi gusto por la poesía. Sí en cambio, cómo llegó a mí la existencia de Pablo Neruda. Fue a través del poemario "20 Poemas de amor y una canción desesperada". Formaba parte de un jovencísimo grupo de teatro; todo por hacer, todo por descubrir y aprender, todo en lo que soñar.

Un libro de bolsillo haría las veces de manual para adentrarnos en el arte de la declamación. Ahora riendo, ahora llorando, ahora con indiferencia... Y cada verso era aprendido como una letanía. "Te recuerdo como eras en el último otoño..."



Los primeros amores frustrados se mostraban en las páginas una y otra vez declamadas. "Y las miro lejanas mis palabras. Más que mías son tuyas. Van trepando en mi viejo dolor como las yedras..." Hermosas metáforas despertaban sentimientos aparentemente desprovistos de palabra. "Inclinado en las tardes tiro mis tristes redes a tus ojos oceánicos..." 


Cómo alguien, lo normal y cotidiano, podía convertirlo en algo bello y magnífico desde la sencillez y desde esa misma juventud que tu sufrías y también disfrutabas.

 Ahora, ese mismo libro, antaño de hojas albas, lo recupero para recordarlo. Sus páginas huelen a descuidado olvido. Sus hojas han perdido el apresto y la blancura. Y en el poema 20, uno de mis preferidos, algunas manchas de café de alguna noche no dormida.







Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo, "La noche está estrellada, 
y tilitan, azules, los astros, a lo lejos"
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise,y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.


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