jueves, 26 de febrero de 2015

00015 La Baguette de Gruyere

DE LE PETIT CROISSANT


Aunque el pan tendrá su "me gusta" particular, -da para mucho,  además de tener abundante miga-, quiero traer aquí uno en especial. Se trata de una baguette que de Pascuas a Ramos compro en Le Petit Croissant de Zaragoza cuando quiero darme un homenaje o complacer los paladares de mi familia.

Es un pan especial, de buen sabor y contraste, y horneado en su punto. Parece que entiendo de panes, pero no, no tengo ni idea,  como de casi nada. Pero así entiendo que es ese pan. Una baguette que comienzas pellizcándola cuando la compras y que al llegar a casa echas en falta los centímetros consumidos. ¡Esas son las buenas!


No conozco para nada ni a los propietarios ni a sus dependientas. Bueno sí, de hecho la panadería en cuestión la conocí porque allí trabajó de dependienta una sobrina mía, María Astón. Ahora está en Barcelona estudiando su Doctorado en Informática. Hace tiempo que no la veo, pero siempre que entro en la panadería la veo detrás del mostrador con su tímida sonrisa y mirándome por encima de sus gafas de colores. Y me acuerdo de ella cuando hablan de la juventud, de los ni nis y de todas las películas que se montan en torno a ellos. No es el caso de mi entrañable sobrina que desde que llegó a Zaragoza no paró de trabajar para ayudar a sus padres en los costosos estudios. ¡Qué orgullosos tienen que sentirse!

Por eso, además de lo bien que huele la panadería y de las cosas tan suculentas que ofrecen. Además de la baguette de gruyere y su extraordinaria pinta, me gusta ir a Le Petit Croissant para recordar a esa adolescente, ahora mujer, y desearle desde mi corazón toda la suerte que se merece.






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