Aquí nada es azar. Todo, absolutamente todo lo que existe en la Naturaleza tiene color. Nada se abandona a su suerte. Todo se muestra conforme a los designios de ancestrales leyes. Y como resultado, un auténtico y plausible espectáculo.
El color es señal y testimonio de un estado determinado de ánimo. Así también la Naturaleza lo entiende fiel a sus propios principios. Altitudes, estaciones, umbrías y solanas forman parte del maravilloso engranaje.
Del verde al amarillo; del siena al rojo; del azul al gris. Ocres, tostados, neutros, naranjas, dorados, limas, cálidos violetas... Todos están allí para ser admirados y festejados.
¡Qué hermosa paleta de color y qué sabias sus combinaciones para pigmentar las formas y dar recreo a nuestros sentidos!
El relevo se sucede ajeno a los acontecimientos. Primero la vida. En punto y seguido, el descanso. Luego el anuncio. Y finalmente, el olvido para ser de nuevo vida.
Contraste, dulzura, armonía, horizontes, pareceres, pero siempre apetecible, bello y sugerente.
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