viernes, 27 de febrero de 2015

00016 La Radio

MI PASIÓN, MI VIDA

Desde las cuatro de la tarde, y son ya las nueve de la noche, estoy intentando escribir alguna línea sobre un hecho, situación, de una ya anécdota, acaecida en esa precisa hora, hace justamente ahora un año. El 27 de febrero, un jueves lardero, por más señas,  la crisis, los recortes empresariales o un capricho, que más da ya,  truncaban  mi vida profesional desarrollada a lo largo de casi treinta años. Se cerraba así un capítulo, un hermoso capítulo de casi tres décadas dedicadas en cuerpo y alma a la radio. Me gusta decir más radio que radiodifusión.

Los días siguientes, conocida  y extendida la noticia de mi despido improcedente, fueron muy intensos, muy de piel, muchas llamadas y encuentros de apoyo, cariño y de recíproco agradecimiento. Como vulgarmente se dice, "me encontraba como en una nube". De todas ellas, hubo una en especial que me hizo mucho que pensar. A la respuesta de mi interlocutora sobre mi estado anímico, le contesté que bien, a pesar del batacazo que había significado. Pero, de verdad,  me sentía bien. Y eso le sorprendió.

Me sentía bien porque durante casi treinta años había trabajado en algo que me gustaba y eso que cuando comencé mi periplo laboral repetí hasta la saciedad que "yo en la radio ni loco". Me sentía dichoso porque si bien a la radio se lo había dado todo, ella me lo pagó con creces al formarme como persona, al ayudarme a ser lo que soy, a vivir experiencias inolvidables, a conocer lo que somos y cómo somos, a emocionarme con la gente, también a padecer con ella. Me quitó muchas horas de sueño, pero también me regaló otras de ensueño. Con ella aprendí a saber gestionar los apuros, a buscar las palabras precisas, a saber escuchar y estudiar los silencios. Ella ha sido la que en algún desánimo me ha ayudado a levantarme, quien me recordaba permanentemente que el oyente no tenía por qué saber de mis desvelos y que la voz no me podía delatar; era un pacto que teníamos. Nos llevábamos bien, a pesar, de que como en toda relación, tuvimos algún que otro altibajo.

 El 27 de febrero se cerró una puerta, una hermosa y atractiva puerta. Atravesé el umbral con una maleta cargada de recuerdos y agradecimientos. Gratitud a los distintos directores que confiaron en mí: José Antonio Martín Otín, "Petón", en Radio Heraldo; Javier Cortijo en Radio Cadena Española en Barbastro; Juan Flores en Radio Monzón; Félix Fernández Vizarra, en Radio Huesca; y Nano Bermúdez y mi añorado Ricardo Lizarraga en Onda Cero Huesca. Y por supuesto, gratitud a cuantos compañeros, excelentes profesionales, y colaboradores compartieron conmigo micrófono y vivencia y que no enumeraré por temor a dejarme alguno. No sería justo.

Intuyo, y digo bien, intuyo, para dejarme abierta alguna puerta a la esperanza, que mis días de radio ya no volverán. He aprendido a vivir sin ella, pero lo llevo bien aunque te pueda sorprender, querida amiga.

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