viernes, 15 de julio de 2022

01009 Las Gambillas

 TORRENUEVA, GRANADA


Hoy toca poner un poco de orden al ingente número de fotografías que he ido acumulando en los últimos años. Me temo que es lo único que, con paciencia, mucha paciencia, voy a ser capaz de ordenar. Y si no lo consigo, por lo menos disfrutaré de nuevo de pequeños y felices instantes vividos.

He comenzado por revisar un archivo titulado Almería Granada, de fecha julio de 2019. Las imágenes se reparten entre momentos familiares muy necesitados por aquellas fechas y hermosos parajes de estas dos provincias andaluzas, junto a alguna curiosidad y estampas de una deliciosa gastronomía novedosa para mí.

No sé muy bien y sin venir a cuento, no hace mucho tiempo, me acordé de unas curiosas y agradables gambas que tomé en aquel viaje. No las he vuelto a probar ni las he intentado hacer en casa por falta de género adecuado. Las recuerdo con auténtico placer. Supe de su existencia a través de las redes sociales a la hora de buscar un lugar donde tomar algo especial y a buen precio en el entorno de la granadina localidad costera de Torrenueva, próxima a Motril. Varios de los comentarios a los que accedí coincidían en señalar un lugar popular, sin pretensiones, con amplia carta para comer o tapear, con especial atención a los fritos, buenos precios y buen servicio. Y de entre sus especialidades, "las gambillas". El establecimiento hostelero en cuestión: Café-Bar Cerezo, en carretera de Almería, s/n.

Tras una espectacular mañana y después de alimentar la vista con paisajes de agua y ensueño, nos dirigimos con Gloria hacia el lugar recomendado. Era tal y como indicaban nuestros desconocidos informadores internautas. Apetecía todo, pero el objetivo era comer las populares "gambillas". Al poco de demandarlas, una amable camarera depositaba sobre la mesa un generoso plato de gambas con la cabeza cortada y fritas con un ligerísimo rebozado que casi parecía una tempura. Cogí el primer ejemplar, lo metí en la boca, lo saboreé, lo volví a sacar de la boca, pelé con suma facilidad la gamba y de nuevo la introduje en la boca para mi deleite. Y así una tras otra "gambilla", como si fueran pipas, hasta finiquitar el plato. No sé si fue el momento, el lugar, la luz, la complicidad, el ambiente o la necesidad de estar bien, que me pareció algo extraordinario y más si cabe, cuando nos trajeron la cuenta: una caña, una cerveza y un plato de "gambillas", 14 euros, IVA incluido. 

Mira que he podido llegar a tomar gambas en mi vida y en lugares bien distintos, pero pocas me dejaron tan grato recuerdo como estas de Torrenueva. Habrá que pensar en volver.






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