martes, 26 de diciembre de 2023

01237 Los Empanadicos de Calabaza

 POSTRE DE TRADICIÓN


No siempre me ha gustado el empanadico. Es más, no me hacía ninguna gracia cuando lo veía. Las pasas y la calabaza de su relleno no me transmitían confianza alguna. Y sí, en contadísimas ocasiones, llegué a probarlo. Pero el trocito que me comía, por cortesía a quien me lo ofrecía, pasaba por mi particular disección antes de llevármelo a la boca, para quitarle todas las pasas, que tantas náuseas me producían. Sí, en cambio, me encantaban los empanadicos rellenos de manzana, menos habituales en este tradicional postre aragonés.

La culpa de que acabara por gustarme, la tiene la Asociación de Mujeres de la Hoya de Huesca. En una ocasión, estando todavía en activo, acudí hasta la sede de esta asociación para hacer un reportaje radiofónico. Fue próximo a las Navidades. Coincidió mi visita con la inauguración de una exposición con los trabajos artesanales que las asociadas habían elaborado en los últimos meses. Para una mejor y dulce inauguración, decidieron preparar postres caseros, incluidos el empanadico. Tenía una pinta fenomenal, pero como era mi costumbre por aquel entonces, ni me acerqué a él, hasta que la señora que lo había elaborado, vino a buscarme para ofrecerme una tira, más bien generosa, del dichoso dulce. Me lo ofreció con tanto entusiasmo, que no pude negarme a aceptarlo. En ese momento, no era cuestión de meterme en las entrañas del empanadico para “limpiarlo” de pasas, así que en un alarde de “valentía” y entrega a la causa, introduje el dulce en mi boca, cerré los ojos, le di un pequeño mordisco… y me gustó, a pesar de encontrarme con la denostada pasa. Tanto me agradó, que repetí, y hasta pedí la receta.

Después de mi personal estreno y definitiva aceptación, todas las Navidades, desde aquel entonces, hemos elaborado empanadicos en casa, con las calabazas nacidas en mi huerto y con el resto de ingredientes adquiridos en Ultramarinos La Confianza. Se ha convertido en una entretenida y expectante tradición.

Han sido varias las recetas puestas en práctica. Desde aquella primera que solicité y que nunca conseguí que me saliera igual, pasando por la que me dieron tras mi paso por un taller de elaboración de empanadicos, hasta la facilitada por la madre de una amiga, que es con la que año tras año intentamos mejorarlo. Reconozco que después de unos cuantos años, no acabamos de cogerle aquel. Buenos están, pero no como aquel que probé con tanto entusiasmo de las Amas de Casa de la Hoya de Huesca.

Este dulce de subsistencia y aprovechamiento, por lo que he podido comprobar, tiene tantas variantes, como manos lo elaboran. Así lo pude constatar siendo jurado en un concurso de empanadicos, en el que llegué a probar hasta 37 diferentes. No encontré dos iguales y todos tenían su alma.

La receta que a continuación comparto es la que venimos repitiendo en los últimos años. El empanadico está bueno, porque los ingredientes no engañan. Pero dicho esto, no acabamos de igualarlo al que probamos de la mano de quien nos facilitó la receta. Copio, tal cual, como así nos la pasaron, sin corregir una coma.

Empanadico de calabaza de la madre de Julia. Para medio litro de agua se echan dos cucharadas soperas de azúcar, una cucharada de anís en grano, una piel de naranja y una pizca de sal. Se pone al fuego hasta que hierva. En un cuenco grande se echa la harina formando un volcán, y en el centro se echa una medida (tazón) de aceite de oliva suave y dos medidas de agua escaldada, hirviendo y colada. Amasar suave hasta que se trabaje bien. Acto seguido y sin reposar, se hace una bola como un puño y se estira. Se coloca sobre papel de horno. En un bol se mezcla azúcar con canela. Aproximadamente, para medio kilo de azúcar, dos cucharadas de canela. Mezclar bien. Poner esta mezcla sobre la mitad de la lámina de masa, que quede bien extendida. La calabaza se corta como para tortilla y se coloca sobre el azúcar de forma generosa y sin que queden huecos. Encima se ponen las pasas y los piñones. Se espolvorea con el azúcar de la mezcla y se echa un chorrito de aceite por todo. Se tapa con la otra mitad de la masa extendida y se espolvorea azúcar blanco y un chorrito de aceite. Se pincha con una tijera y se coloca en el horno, precalentado, a una temperatura entre 175 y 200 grados centígrados. Aproximadamente, debe estar entre 20 o 30 minutos con aire arriba y abajo.

 

 













No hay comentarios:

Publicar un comentario