domingo, 3 de diciembre de 2023

01221 Los Hórreos

 JOYAS DE LA CULTURA GALLEGA


Cuando ahora veo un hórreo, no puedo dejar de dibujar, en mi cara y en mi mente, una sonrisa. ¡Qué manía les llegué a coger cuando era pequeño! Que se escribían con “H”, no tardé en pillarlo, tras llevarme algún que otro “reglazo” en la palma de mi mano. Eran los tiempos de “la letra, a sangre entra”. Para qué servían, también lo cogí rápidamente. Ahora, ubicarlos en la geografía española, era otro cantar. ¡Que follón me traía entre pazos, cortijos, barracas, caseríos y masías! No había forma de encasillarlos correctamente. Al final, lo conseguí a base de algún que otro escarmiento.

No obstante, no les debí de coger tanta manía, cuando siempre que voy a Galicia, me dedico, entre otras muchísimas cosas, a fotografiar hórreos. Tanto es así, que tengo una carpeta de imágenes con un buen número de estas peculiares e “inconfundibles” construcciones. Y es que, además de ser, en mi opinión, muy atractivos y singulares, son un elemento fundamental del paisaje rural gallego, que tanto me atrae.

Estas tradicionales construcciones de piedra o madera, elevadas sobre pilares, y cuya primera representación gráfica se remonta al siglo XIII y a las Cántigas de Santa María, son auténticas joyas de la cultura, el patrimonio y la arquitectura tradicional gallega. La mayoría de los hórreos gallegos eran utilizados antiguamente para almacenar cereales. Los tiempos han cambiado y en la actualidad, muchos de ellos han sido restaurados para usos turísticos o espacios museísticos.

Los hórreos, además de cumplir con su cometido de almacenaje, tienen, según los estudiosos en la materia, un contenido simbólico, que se localiza en los remates que adornan los techos. Cruces, remates cónicos, pirámides o pináculos, son los remates más comunes, situados uno en cada extremo de la techumbre del hórreo, además de círculos, campanarios, ánforas, cálices o representaciones de animales.

“Es probable que tanto la cruz como el cono cumplan una misión más que estética en el hórreo. Dado que los hórreos son anteriores a la instauración del cristianismo, se cree que el cono o pináculo, posiblemente cumpla una función de protección y advocación del granero hacia viejas creencias y así, sin saberlo, se ubica sobre la techumbre un símbolo fálico; reminiscencia del culto a la fecundidad de la tierra entre los primeros pobladores”.

Como ha pasado siempre con la Iglesia, cuando llegó, intentó cristianizar todos los símbolos paganos existentes, así pues, en los hórreos se situó en contraposición al pináculo, la cruz, para conseguir con ella una protección divina de la cosecha. Si se pregunta a la gente sobre este pináculo, cuentan que cumple función protectora contra el rayo, las meigas y el demonio.

 





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