miércoles, 6 de diciembre de 2023

01225 Los Nenúfares

 RESURRECCIÓN Y REGENERACIÓN


Cuando veo un nenúfar, me vienen a la memoria recuerdos de mi infancia en un estanque próximo a la icónica Casita de Blancanieves del parque Miguel Servet de la capital oscense. No sé el motivo, pero sin gustarme las plantas por aquel entonces, era un niño, como ahora, me quedaba enganchado a su belleza y a sus grandes hojas que servían de acomodo a ranas y otros seres vivos que moraban en el pequeño estanque. Me parecía, y me lo sigue pareciendo ahora, además de una bella planta, también enigmática.

Han pasado muchos años desde entonces, más de medio siglo, pero mi embobamiento cuando veo un nenúfar, sigue siendo el mismo. Es lo que me sucedió en mi última visita a la Alhambra de Granada con los hermosos ejemplares de nenúfares que allí crecen en los pequeños estanques. Después de varias horas de visita, y cuando ya no cabía en mi cabeza ni un dato más, aparecieron los nenúfares como una tabla de salvación. Los fotografié desde todos los ángulos. Me acordé de cuando era niño y los hermosos recuerdos que esta planta me traían. Por cierto, hace tiempo que no visito el pequeño estanque del parque y si habrá todavía nenúfares. Me lo apunto. Y si es así, dejaré que el niño que siempre me acompaña, se distraiga con el pequeño espectáculo. Puede ser divertido.

El nenúfar, también conocido como lirio de agua, ninfa de agua o flor de loto, es una planta acuática que habita en los cursos de agua tranquilos y estanques de las regiones templadas de Asia, norte de África y Europa. Sus grandes hojas flotantes, miden entre 10 y 30 centímetros de diámetro. Sus grandes flores de color blanco, crema o rosado, alcanzan su esplendor entre los meses de mayo y octubre. En Egipto, se consideraban plantas sagradas porque sus flores se abren en presencia del sol y se cierran cuando llega la oscuridad. En al-Ándalus, cuando se denominaba como nilufar abyad, se empleaba como ornamento vegetal en las albercas, además de servir para preparar aceites hidratantes. Las habitaciones se rociaban con agua destilada de nenúfar con el fin de evitar la sequedad.

En la cultura egipcia, la flor nenúfar simbolizaba la resurrección y la regeneración. Era vista como una especia de “renacimiento” después de la muerte. En otras culturas, también simboliza la pureza, la inocencia y la gracia.

En el budismo, el significado de la flor de loto es la pureza del cuerpo y del alma. Al tener la capacidad de sobrevivir en entornos difíciles, como las zonas pantanosas, se asocia con los complejos procesos vitales a los que se enfrenta el ser humano. Simbólicamente, la flor de loto se asocia con la figura de Buda y con sus enseñanzas, de aquí que sea una planta de carácter sagrado para los pueblos de Oriente. Según cuenta la leyenda, el niño Buda, cuando dio sus primeros pasos, en todos los lugares que pisó crecieron flores de loto.

En China y la India se le considera una planta sagrada y se le atribuyen múltiples significados y simbolismos. 





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