domingo, 2 de febrero de 2020

00900 Algo Que Escribir

UNA NECESIDAD

Cuando acababa de seleccionar las imágenes para dar forma a una nueva entrada de este caleidoscopio vital, me he dado cuenta de que he alcanzado la número novecientas. Se dice pronto, apenas cuesta pronunciarlo algo más de un segundo; si me recreo, NO VE CIEN TAS, puede llegar a los dos segundos. Pero lo cierto, lo objetivamente cierto, es que llevo cinco años, con altibajos, demasiados diría yo, empeñado en esta larga tarea.


De cómo nació este proyecto personal, de su razón de ser y en lo que se ha convertido, me da la impresión de que hay alguna que otra diferencia, además de un ligero cambio de timón en su rumbo. No ha sido algo voluntario. Digamos que el transcurrir de los días y de los años, los estados de ánimo, los quehaceres y destinos, los vientos y suspiros, así lo han decidido.

En un principio, las imágenes seleccionadas para esta entrada tenían que ver con unos mini sandwichs que aprendí a elaborar este pasado verano y que me parecieron deliciosos. La gastronomía, una de mis muchas pasiones, acaparan buena parte de las cosas que me gustan que aquí voy compartiendo.  Al observar que se trataba de una entrada con número redondo, nueve cientos, he creído oportuno cambiar el sentido del post y que esta trasladara algo que tuviera que ver con la esencia del blog de aquellos inicios.

Con frecuencia me pregunto, y en alguna ocasión me preguntan, el por qué de este blog. Creo que cada vez doy una respuesta distinta. No es por despistar, es que no sé muy bien su razón, si es que tiene alguna. Solo sé que a lo largo de los años su existencia se ha convertido en una necesidad. En las temporadas que lo dejo abandonado por una causa u otra, lo echo de menos. Siento que le falta algo a mis días. No sé muy bien por qué, pero sencillamente es así.

Abandonada la idea inicial de los mini sandwichs, he vuelto a rebuscar entre las miles de imágenes que guardo. Mares, paisajes, montañas, lugares emblemáticos, cielos y nubes, plantas, senderos, atardeceres, jardines, puertas y ventanas, calles... Nada de todo lo visto me acababa de convencer para recibir a la entrada número novecientas. Cuando no encontraba el título adecuado, me faltaban palabras para describir el momento y recuerdo de la imagen. Y si no era así, el relato pensado no terminaba de convencerme. A punto de desistir y de retomar los deliciosos mini sandwichs, sin esperarlo en mi desespero, ha llamado a mi cabeza la razón de ser de este blog y el por qué sigo empeñando mi tiempo en él: Algo que escribir. Sí, ese es el sentido de las diez mil cosas que me gustan; el lugar donde saciar, plasmar y contentar a la necesidad vital de tener algo sobre lo que escribir.

Escribir sin trascendencia alguna, solo por el mero placer de alinear palabras para vestir sentimientos desnudos, recuperar olvidos, compartir escenarios comunes y sabores de infancia, recrear sentidos o
almacenar esperanzas.

Hace tiempo, mucho tiempo, me enganché al poeta que quiso escribir una noche los versos más tristes. Hace tiempo, menos tiempo, alguien me dijo, "escribe, hermano, escribe, aunque solo sea para sentirte vivo". Desde uno y otro tiempo, albergo la necesidad de tener siempre algo que escribir, aunque las letras y los renglones se pierdan.






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