lunes, 10 de febrero de 2020

00903 El Pan de Pita

UN CAPRICHO

No voy a redundar en mi otrora afición por los bocadillos. En la actualidad, cuando cae alguno entre mis manos, sea dicho de paso que acostumbra a ser de Pascuas a Ramos, lo disfruto, saboreo y paladeo como si se tratara de un manjar exclusivo, como una celebración.

Hace unos meses, sin querer, descubrí en una cadena de supermercados la venta envasada de pan de pita, alimento típico de la cocina de Oriente Medio, elaborado a base de masa de pan enriquecida con aceite de oliva y cocido a alta temperatura, con lo que se consigue una corteza crujiente y un interior hueco, y que permite rellenarlo de diversos ingredientes.

Compré un paquete para comprobar su resultado y lo cierto es que me gustó. No los relleno sino que utilizó el pan como base a la imaginación y al capricho del momento. Cada pan pesa unos 50 gramos y lo que hago es tostarlo entero en la tostadora y una vez rustido lo parto por la mitad y a disfrutarlo al antojo. La primera vez que lo probé de esta guisa fue con pechuga de pavo, unas láminas de aguacate, aceite y sal. Delicioso y efímero. A partir de ese día, como digo, una vez a la semana, tampoco hay que pasarse, y para cenar, realizo la operación del tostado, abro el frigorífico y traslado a la base del pan el sustento apetecible y caprchoso.

La que ilustra esta entrada es una de mis últimas combinaciones con pan de pita y que consiste en unas rodajas de tomate en conserva casera, unas láminas de cebolla, unas tiras de pimiento asado casero y queso burrata, sazonado con un buen aceite de oliva virgen extra y unas escamas de sal Maldon. Menudo festival de sabor, adornado con el crujir del pan de pita.

Me he interesado por la elaboración casera de este pan y por lo que he podido ver, sobre el papel, no resulta muy complicado. Así que he tomado buena nota y un día de estos me pondré manos a la masa. Ya contaré su resultado.

Por cierto, de tanto mirar estas imágenes, el gusanillo del estómago me dice que menos escribir y divagar y más práctica. Así que en cuanto acabe de poner el punto y final a esta entrada, tostaré un pan de pita, abriré el frigorífico y a ver por dónde me lleva el gusto en la búsqueda de un nuevo y nimio placer.


  





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