jueves, 11 de abril de 2024

01319 Matar el Gusanillo

 EN MODO ESPERA


¡Cómo han cambiado las cosas! Hasta no hace mucho tiempo, era llegar a casa a comer, echar una cabezadita en el sillón para cargar las pilas y de vuelta al trabajo hasta las tantas de la noche. El tiempo era el dueño de mi vida. Ahora, soy yo el amo del tiempo y sin prisa alguna. Es lo que tiene entrar en la edad de júbilo. Ahora, ya no son los demás los que me tienen que esperar para comer, sino que soy yo quien espera. 

Mi hija Jara, afortunadamente trabaja. Llega a casa a comer pasadas las tres de la tarde. Comemos con ella, nos gusta esperarle para comer. Aunque también es cierto, que hay días que la espera se me hace un poco tortura. A partir de las dos de la tarde, mi estómago comienza a romancear y me pide la ingesta de algún alimento. Intento engañarle como puedo. Saco a la calle a Humphry, mi compañero perruno. Volvemos a casa, le doy de comer y beber... y todavía no son las tres. Me pongo a ver la tele, que no me interesa nada, miro el reloj y veo que hasta que llegue Jara, deberán pasar al menos unos quince minutos. Miro a Gloria con la cara que pone Humphry cuando tiene hambre. No musito ni palabra, pero Gloria, son ya muchos años juntos, entiende a la perfección el lenguaje de mi mirada. Y en un visto y no visto, pone delante de mí una bandeja de suculentos montaditos. En esta ocasión, se trata de unas rebanadas de pan tostado con queso, una anchoa y unas láminas de beicon ibérico semicurado. Tiene una pinta fenomenal. Cojo un montadito y para qué contar lo bueno y sabroso que está. Le iría bien un vino o una cervecita. Pero no, vamos a portarnos bien. A lo tonto, a lo tonto, me he comido tres. Suficiente para matar el gusanillo. Oigo que ya llega Jara.

Por cierto, siempre me hizo mucha gracia el dicho de "matar el gusanillo". Nunca hasta hoy, me había interesado por conocer su origen y es curioso. Obedece a la antigua creencia popular de que en nuestro estómago existe "el gusanillo del hambre", que cuando tiene apetito provoca una especie de cosquilleo estomacal. Hay quien atribuye el origen de esta expresión a Pasteur, quien decía que en la saliva de las personas en ayuntas existe un parásito que desaparece cuando es arrastrado por la comida al estómago.
El dicho quiere decir "desayunar con aguardiente u otra bebida alcohólica. El gusanillo del hambre cuando tiene apetito provoca una especie de cosquilleo estomacal. El alcohol sirve, si no para matarlo, sí para adormecerlo.
 



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