sábado, 17 de junio de 2023

01139 ¡Marchando una de Color!

ENSALADA PARA LOS DÍAS GRISES


Como buen "climeopático" que soy, -palabra todavía no reconocida por la RAE, pero que viene a significar algo así como, "persona a la que le afecta anímicamente el estado del tiempo"-, con los días grises y lluviosos me vengo abajo, y con los días de sol y luminosos, estoy que me salgo.

No obstante, lo dicho con anterioridad no hay que tomarlo al pie de la letra. No todos los días grises me afectan. Si son muy seguidos sí, e incluso en ocasiones hasta me gustan. Lo mismo que los días de luz, tampoco todos son para echar cohetes. 

El caso es que estos días atrás de tanta lluvia, tormentas y grises nubes, empezaban a resquebrajar mi cuestionada fortaleza. Cuando esto sucede, intento buscar antídotos. Nada de química ni cosa que se le parezca. Acudo a la música, la lectura, la fotografía, los trabajos domésticos y sobre todo, a la cocina y sus múltiples beneficios terapéuticos. Todo consiste en estar con la mente ocupada. 

En esta ocasión, me incliné hacia la última propuesta. Cuando empecé a preparar la comida, no tenía ni la menor idea en qué iba a consistir el improvisado menú. Lo único que tenía claro es que tenía que ser algo con mucho color, que alegrara la vista y sin muchas complicaciones. El segundo plato lo tenía más claro; pechugas empanadas con patatas fritas, a sugerencia del respetable.  

Para el primer plato se me ocurrían varias alternativas, pero a todas les faltaba el toque de color que me pedía mi estado anímico. Además, tenía que hacerlo con los ingredientes que hubiera en casa, pues el tiempo apremiaba. Abrí el frigorífico, eché un vistazo y una bolsa de lechugas variadas me trajo la inspiración. ¡Ya está! Puede servir, me dije. 

En una fuente puse, tras lavarla y secarla, la lechuga a modo de lecho. Cogí a continuación un solitario aguacate que vi en el verdulero del frigorífico. Lo pelé y lo puse sobre la lechuga a gajos. La cosa iba bien y muy cercana a lo que buscaba. El color verde para estos casos es una apuesta segura. Pensé en un alimento que ofreciera un gran contraste. Así que cocí unos huevos durante 9 minutos, los dejé enfriar en agua fría, les quité la cáscara, los partí por mitades y los coloqué finalmente en el centro de la fuente. También había en el frigorífico un par de tomates de los llamados "azules". Los corté a gajos y los dispuse alrededor de la fuente. En vista de cómo estaba quedando, lo que viene siendo una vulgar ensalada, y en ausencia de más ingredientes en el frigorífico, me vine arriba y buceé en la despensa en busca de algo más. Tenía claro que una lata de sardinas había que poner, aunque sólo fuera para darle más sustancia y sabor. Cuando me disponía a coger una lata de sardinas en aceite, me topé con un bote de cristal de pimientos del piquillo asado y a tiras. No lo dudé y con él que me volví a la cocina. Dispuse las sardinas a modo de colofón y las tiras de pimiento entre los gajos de tomate. Salpimenté y saqué la ensalada a la mesa. 

La colorista ensalada no fue ni aplaudida ni vitoreada. Tampoco ese era el objetivo. Había hambre. Antes de servirla en los platos y destrozar su armoniosa presencia, me la quedé mirando y pronuncié en voz alta: "Marchando una de color". Afuera, en la calle, lucía en hermoso sol.



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