jueves, 8 de junio de 2023

01133 Las Tiendas de Especias

LUGARES FASCINANTES


Relata mi hermano Antonio en un delicioso escrito que me brindó, con motivo de mi segunda exposición de óleos y que llevaba por título “Paisajes escritos”, -algún día compartiré aquí el texto, por su belleza, y aquella exposición, por el buen número de gratas sensaciones que me dejó y que todavía conservo-, que siendo yo un niño, un día no llegué a casa a la hora habitual tras salir por la tarde del colegio. Yo no lo recuerdo, pero si él lo dice, así sería. Además, mi hermano, según cuenta en su escrito, fue coprotagonista de esta pequeña e intrascendente historia familiar.

El caso es que toda la familia, ante mi tardanza, comenzó a movilizarse. Unos miraron en el parque, otros acudieron hasta el colegio, otra parte de la familia, por los aledaños de casa. No tardaron mucho en encontrarme. Fue, precisamente, Antonio, quien dio con mi paradero en una tienda, “Mercería Campo”, más conocida en la ciudad como “Campetes”, ya desaparecida, y próxima a mi domicilio familiar. Allí estaba yo, según cuenta, embobado delante del escaparate, mirando, ajeno a la vida, la fabulosa colección de soldaditos y juguetes que se exhibían, además de todo tipo de hilos, lanas y medias, entre otras muchas mercaderías.  

Aunque yo no recuerde esta historia, sí que me cuadra, porque yo era muy fan de esta tienda. Durante el año, escaparate y vitrinas se llenaban con lo ya mencionado. Y cuando el establecimiento estaba cerrado al público, la propia tienda hacía de escaparate al sacar al pasillo sus mercancías. En fechas próximas a la Navidad, belenes, pastores, reyes magos, nacimientos, casitas de corcho y una legión de animales, protagonizaban la exposición. Pasar por “Casa Campo”, toda una institución del comercio oscense, y no detenerte, para mí, era una misión imposible.

Pues lo mismo me pasa con las tiendas de especias. Pasar por delante de ellas es mi perdición. Puedo estar horas viendo, oliendo y descubriendo especias para mí desconocidas. Me parece un mundo fascinante. Un festival de aromas repleto de matices y pleno de sugerentes colores. Ya he confesado en alguna ocasión, que no me gusta ir de tiendas. Me cansa, agota y llegado a un extremo, hasta me aburre. Pero tanto las tiendas de ultramarinos, como las de especies, es que me parecen un deleite, un paraíso.

A nuestras archiconocidas y más tradicionales canela, clavo, pimentón, comino o nuez moscada, se han ido sumando otras especias, gracias al intercambio cultural entre diferentes cocinas, y que nuestro paladar ha aceptado, hasta hacerlas nuestras. En mi caso, y ya lo he comentado en algún momento de este caleidoscopio vital, he incorporado a las especias habituales de la cocina el Ras el hanout. Más que una especia es una mezcla de diferentes especias, cortezas y flores frescas procedentes del Magreb. Su nombre se traduce literalmente como “lo mejor de la tienda de especias” y es así porque en cada tienda tienen su propia “receta”. No hay una composición única, pues su mezcla puede contener entre 4 y 100 componentes diferentes.

Ahora me encuentro en proceso de integración a la cocina de otras especias de la cocina asiática y cuyos nombres no alcanzo todavía a retener. Y es que el mundo de las especias y sus tiendas, me parece super apasionante.

Así pues, tal las cosas, se podría decir que no han cambiado mucho las cosas en mi ser. Salvo que el niño aquel embobado frente al escaparate de “Mercería Campo”, que recordaba mi hermando Antonio, se ha convertido en un hombre, también embobado, pero delante de cualquier escaparate de una tienda de especias.

 




No hay comentarios:

Publicar un comentario