lunes, 12 de junio de 2023

01135 Los Manolitos

 O EL DÍA QUE CONOCÍ A GONZALO


¿Qué no los has probado todavía? Pues no sabes lo que te pierdes. Tampoco es para tanto. No me puedo creer que, con lo que te gustan los croissants, aún no los hayas probado. A lo que yo respondía: “Sí, los conozco de oídas, pero no he tenido todavía la oportunidad de catarlos. Todo se andará y llegará”.

Y llegó el día de comer mis primeros Manolitos. Fue en Madrid el pasado mes de febrero. Había acudido con mi familia a la capital de España para conocer a Gonzalo, el primer nieto de mi hermano Antonio, siempre presente, añorado y recordado.

Quedamos con Ainara, mi sobrina y madre de la pequeña alegría recién llegada a la vida, en una pastelería de la cadena Manolo Bakes. El limpio, organizado y aromático establecimiento hacía presagiar un gran momento. Tomamos asiento en torno a una mesa y mientras intentábamos, sin éxito, ver los ojitos del dormido pequeño Gonzalo, Ainara se presentaba con una caja surtida de también pequeños y dulces Manolitos. Si mal no recuerdo, los croissants estaban cubiertos de chocolate negro, blanco y tres chocolates. Los acompañé, para variar, con un café americano y me resultaron un bocado delicioso, sabroso y jugoso. Probé cuatro de las seis variedades que había traído mi sobrina y todas me parecieron estupendas. Tenían, aparte de su personal sabor, una textura también distinta. Me comí cuatro, pero hubiese podido acabar con la caja de dieciséis.

Cuando regresé a casa me interesé por saber algo más de los populares Manolitos. Leí que su nacimiento, como acostumbra a suceder en numerosas ocasiones, y en este caleidoscopio vital ya se han recogido un buen número, “nació fruto de un despiste”. Según se cuenta, los Manolos Manzano, padre e hijo, en los años 90, al preparar unos minicroissants echaron más mantequilla de la necesaria a la masa. Como consecuencia de este despiste, descuido o equivocación, aparecieron los Manolitos que, al ser elaborados con más mantequilla de la habitual, adquieren una textura más abizcochada que un croissant, además de un singular sabor.

Esto sucedió en el obrador de la Pastelería Manolo, en Colmenar Viejo. Por aquellos años era el único negocio de Manolo Manzano. En la actualidad, este obrador abastece a todas las Pastelerías Manolo y Manolo Bakes, con 34.000 kilos de Manolitos al mes.

En 2015 abriría su primer local en la ciudad de Madrid, en concreto, en la calle Conde de Peñalver. Según pude leer en el diario digital “El Español”, en un artículo firmado por Elena Rojo, el 29 de mayo de 2019, “Tan famosos se volvieron, que quisieron imitarlos, aunque con poco éxito. El futbolista Álvaro Morata junto a su padre y el empresario Pablo Nuño probaron suerte con "el crosantino", muy parecido a estos bollos. 

A pesar de las similitudes, no eran Manolitos y estos seguían ganando adeptos. El empresario junto al futbolista, lograron convencer a la familia Manzano para ser sus socios. En ese momento nace Manolo Bakes, que es el nombre de las pastelerías abiertas desde 2018 donde se venden estos dulces, mientras que en las más antiguas se mantiene el nombre de Pastelería Manolo”. 

Hay Manolitos dulces y salados. Los primeros pueden estar cubiertos de chocolate negro, blanco, tres chocolates, de pistacho, crocanti, bañados en crema de mocca o de galleta. En cuanto a los salados, pueden ir rellenos de casi cualquier salmón con eneldo, paleta ibérica y tomate, pimiento caramelizado, aguacate y pollo.

En la actualidad, en la provincia de Madrid hay más de una veintena de tiendas Manolo Bakes, además de las ubicadas en Barcelona, Valencia, Zaragoza, Coruña, Sevilla y Valladolid.

Ah! Al pequeño Gonzalo solo pudimos verle los ojos cerrados de tan dormidito que estuvo. Antes de despedirnos, le pedí permiso a su madre para besarle la mano. Me lo concedió. Y al besar su pequeña mano, le deseé lo mejor en su paso por este mundo y toda la felicidad. Y con mi beso fue también el de mi hermano Antonio, su abuelo, al que no conocerá, aunque sabrá del gran hombre que fue.

 

 

 

 






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