martes, 11 de abril de 2023

01103 Las Raspas

DE BOQUERÓN Y FRITAS


Las probé por primera vez, no hace muchos años, siendo jurado en un concurso de tapas en la localidad altoaragonesa de Barbastro. La tapa consistía en una anchoa en salazón, acompañada de su espina enharinada y frita. Me llamó la atención, por lo que suponía de novedad para mí, además de que me pareció un bocado bien interesante. Recuerdo que el propietario del establecimiento hostelero que ofrecía esta tapa, me comunicó que, en muchos bares de Cataluña acostumbraban a servir la anchoa en salmuera de esta guisa. Y con esa copla me quedé. Con el paso de los años, he podido leer, que no catar, que, en afamados restaurantes, caso del laureado Celler Can Roca, sirven espinas fritas como aperitivo.

En casa, este no es un aperitivo habitual, pero de vez en cuando, nos ponemos manos a la obra para deleitarnos con las raspas de boquerón fritas. No obstante, tengo que decir al respecto, que me parecen más ricas si las espinas son de anchoas en salmuera.

Las que en esta ocasión traigo a colación, fueron aprovechadas tras el cocinado de unos boquerones rellenos con pimientos del piquillo y a los que previamente les fue quitada la espina central. Su elaboración es muy, muy sencilla, y aunque se trate de una simple espina huérfana de carne, el resultado es sorprendente. Acabas comiéndolas como si fuesen pipas.

Es tan sencillo como lavar las raspas, secarlas con papel de cocina, enharinarlas y freírlas en aceite bien caliente hasta que queden doradas y crujientes. Una vez fritas las ponemos sobre papel de cocina para que absorba el aceite sobrante, sazonamos y servimos con una cerveza bien fresquita. No está nada mal este invento, aunque se trate de espinas. 

 




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