sábado, 3 de junio de 2017

00487 Las Otras Buganvillas

MARIPOSAS SUSPENDIDAS


No las reconocí y eso que me encantan, tal y como ya he dejado expreso en este blog en algún momento. La primera vez que las vi, llamaron mi atención su disposición, sus colores pastel y la ausencia de hojas en su entorno. Había algo extraño en ellas que las hacia especialmente hermosas. Del suelo cogí una entre mis manos y apenas tocarla desapareció ante mis ojos. No pesaba nada. Era como una mariposa disecada.

Me acerqué hasta el florido arco con el ánimo de intentar averiguar de qué se trataba. Pudieran ser ellas, pero no, este no era su hábitat, ni su acostumbrado color. Además, no trepaban, parecían como suspendidas en el aire, como guirnaldas festivas de la plaza de algún pueblo. Fueron pasando los días, unos pocos. Cada jornada iba a visitarlas. Su mirar me relajaba, me distraía cuando se apoderaba de mí la tensión o el desasosiego.

Un día, en una de mis innumerables visitas al florido lugar, apareció mi ya amigo Juan, cuidador del pequeño oasis del centro comercial. Me pilló mirando ensimismado las curiosas flores. Apenas noté su presencia. Me preguntó si me gustaban. A la vista estaba. No me dio tiempo a requerirle el nombre de la flor. En su siguiente intervención me dio la respuesta. A todo el mundo le sorprende que haya aquí buganvillas, me dijo. Las plantas son como las personas, cuando se encuentran bien en un lugar y no se les maltrata, se quedan para siempre, prosiguió. No sé que me impactó más, si el hecho de que fuesen buganvillas o la pausada sentencia de Juan.

Le comenté que las buganvillas que había admirado hasta ahora las tenía localizadas, como un espectáculo, en tierras cántabras, y que estas, por su falta de follaje,  su peculiar color y desacostumbrado hábitat,  me tenían un tanto confundido. Pues que nada te confunda, me aconsejó, son buganvillas. Las planté, prosiguió, hace muchos años y parece ser que el sitio les gusta. Cuando la planta pierda la flor, se poblará de hojas. Sucede así todos los años. Y continuó Juan su camino con sus menesteres.

Acabé de apurar mi cigarrillo mientras agradecía a las buganvillas que se encontraran bien en este lugar.




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