lunes, 5 de septiembre de 2016

00352 Imágenes Que Saben a Bienvenida

AL FINAL DEL CAMINO


A lo largo de los años he ido haciendo acopio de imágenes que,  sin ellas saberlo,  me han dado la bienvenida y transmitido el final de un trayecto. Imágenes serenas y garantes de una tranquilidad siempre bien recibida. Estampas que han querido decirme, relájate, respira hondo, ya estás en casa.

Ellas no lo saben. Creo que ni siquiera ven cómo cambia el aspecto de mi cara, cómo efectivamente mis tensos, y en los últimos años doloridos músculos, se dilatan tras una inusual tensión. Aún sabiendo que están allí en la espera, su simple visión me emociona y una mueca de sincera felicidad asoma en mis labios. Ellas no lo saben, pero en cada tránsito ansío nuestro encuentro.

Se tornan en el enorme mojón del fin de un itinerario. Son puntos de fuga y encuentro habitualmente hermosos y con personalidad propia. Ninguno se parece a otro porque no hay dos bienvenidas iguales. Son como una aparición que aunque esperada, no deja de sorprender a la atenta mirada.

Un castillo templario, la última curva que conduce a la recta arboleda, un cementerio, otro castillo, éste en ruinas, la vista de una sierra azulada, un mesón, un embalse, una cruz, un puente con farolas azules, unos campos repletos de asombro, la torre de una iglesia... o la imagen regalada que después de una rotonda y tras escasos metros de ligero ascenso deja asomar unos rojos tejados, un mar azul y una ciudad hospitalaria que se aúpa de puntillas para airear su blanco y difuminado rostro en señal de bienvenida. Ya estamos en casa.



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