jueves, 10 de septiembre de 2015

00112 Cacela Velha



VIGÍA DE LA RÍA FORMOSA

En el Algarve portugués. Apeada de los destinos turísticos. Visita por recomendación. En torno a una docenas de recogidas y agrupadas casas blancas en lo alto de una colina con privilegiadas vistas a la ría Formosa. Una iglesia, un par de restaurantes, una pequeña fortaleza y un cementerio. Todo en una plaza y media docena de calles. Ayer, punto de escala para los navegantes griegos y fenicios, conquista romana y ciudad islámica donde naciera el poeta Abú Al Abdarí. Hoy, un pequeño y casi recóndito lugar de la geografía portuguesa deseoso de ser contemplado.

Aldea de pescadores y agricultores donde parece que se hubiese detenido el tiempo. Es aquí donde radica su peculiar encanto al que acompaña un especial atractivo natural. Blancas casas de puertas y ventanas azules agrupadas entorno a la Iglesia de Nossa Senhora da Assunçao.

Los pasos recorren pronto las calles de Cacela Velha, no así la vista,  que tarda en acostumbrarse a tanta levedad y a fijar la atención en un punto. Son tantos dónde elegir. Hay tanto con lo que disfrutar. Y llegados al mirador, una exclamación, un aplauso a la sorpresa, una reverencia a la naturaleza. Todo es plácido y bello.

Según leo, unas excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en el año 2007 determinaron que la aldea era la Medina de Qast'all Daraj, una ciudad islámica que data del siglo X, cuando gran parte de la península ibérica fue controlada por los moros y bereberes que llegaron desde el norte de África. Los arqueólogos concluyeron que esta zona fue un centro agrícola. En la excavación se recuperaron siete pozos de maíz que fueron utilizados para el almacenamiento de cereales y granos.

La pesca comercial ha sido durante muchos años la principal fuente de ingresos de sus moradores: ostras, almejas, gambas y chipirones.













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