lunes, 28 de septiembre de 2015

00125 El Sonido de la Noche

PLACENTERA AUSTERIDAD


En su quietud es rica la noche compañera. Caudal tan suficiente que basta un chasquido, un crujir, una voz en la penumbra para disimular la eficacia de tan curioso engaño. El embrujo de su provechosa negrura se hace grande, muy grande ante el transcurrir de las cosas y los procaces desvelos.

El silencio de las noche iguala los sentimientos en la misma medida que el sigilo lo hace con las ausencias. Todo está, nada falta. Si acaso la luz vigía de los sueños,  la llama de los deseos presurosos e incontrolados. Pasaron ya los tiempos de enjutos ropajes y de guardar las velas por si el temporal alcanza. Así lo dice la noche estrellada, así se lo digo a la luna callada. Sin rencor, sin disgustos que se ahogan en cualquier zozobra.

No hagas caso a tanto ruido, parece decirme. Las furias airadas buscan cobijo en los pasos perdidos mientras las esperanzas intentan hacerse un sitio en algún pliegue de tu recelosa calma.

El cándido sonido de la noche olvida y pule los penitentes abrazos de enamorado. Altanero y sigiloso remonta el olvido con retozos y brincos adormecidos. El claro


sonido de la noche  lo dice todo sin mediar palabra.

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