SIEMPRE A MANO
La experiencia me dice que se trata de un queso muy versátil y que se adapta bien a gustos y situaciones. Se trata de un queso que se puede untar, pasar ligeramente por la plancha, introducir en el horno o incorporarlo tal cual a un buen número de recetas. Liga bien tanto con alimentos dulces como salados. Puede formar parte de un aperitivo, como primer o segundo plato, e incluso de los postres. Se lleva bien con hojaldres, verduras, carnes, frutas, por supuesto con ensaladas, pizzas y pastas, huevos...
Tiene su origen en el queso francés St. Maure. Aunque el más popular es el elaborado con leche de cabra, también se realiza con leche de vaca e incluso de oveja. El tiempo de maduración del rulo de cabra es de unos quinces días y su proceso de fermentación permite crear una peculiar y comestible corteza y mantener una textura cremosa y sabrosa en el interior.
No será la última vez que traiga hasta este caleidoscopio vital esta delicia de queso. Para abrir boca, propongo una sencilla ensalada a base de tomate, un variado de lechugas al gusto, almendras, nueces, avellanas, mermelada de higo, vinagre de Módena, aceite de oliva virgen extra, sal y una rueda de rulo de queso gratinado al horno a 180 grados centígrados durante dos minutos con una cucharada de miel.
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