jueves, 13 de agosto de 2015

00096 La Contagiosa Alegría Festiva

DE LOS NIÑOS Y NIÑAS

Hay cosas en estos días que nunca cambiarán. Podrá hacer mejor o peor tiempo. El dinero correrá por la ciudad con más o menos generosidad y alegría. El equipo encargado de preparar el amplio programa festivo estará más o menos inspirado a la hora de organizar las actividades o contratar las actuaciones. Y la gente podrá estar más o menos receptiva y dispuesta para afrontar toda una semana festiva. Pero hay algo que a pesar del paso del tiempo no se desgasta, no merma, está siempre presente y no pierde enteros: la ilusión de los niños y niñas ante los acontecimientos festivos.

Verles tan pequeños, tan ingenuos, tan descaradamente felices,  me remonta a viejos recuerdos sólo recuperados por alguna imagen fugaz en la memoria o por alguna fotografía rescatada de alguna caja de camisas.

Ellos y ellas, agotan. Todo es tremendamente nuevo. Los ojos se agrandan a todo cuanto sus pupilas recogen. No quieren perderse detalle alguno. Sus delgaditas piernas se mueven con más agilidad que nunca. Sus manos, siempre inquietas, te llevan de un lado para otro sin apenas pausa, sin tregua. Y es que a sus ojos es todo tan nuevo y tan atractivo.

En estos días, con estas criaturas, cualquier plan es imprevisible. Son ellas las que marcan, queriendo o sin querer, cada hora, cada minuto, cada escena de sus vidas que,  de forma irremediable, se unen a la tuya.

Son sinceros. No existe el compromiso ni la pose social. Si el ambiente es atractivo y de su agrado, el tiempo no tendrá medida. Si por el contrario consideran que no están cómodos, no tardarán en estirar de tus pantalones y suplicarte o exigir un rápido cambio de espacio.

Serán espectadores de primera fila, bien a ras de suelo, bien subidos a los hombros del progenitor o a los del amable amigo que ve en tu faz esa inequívoca imagen de "no puedo más".

Hay cosas en estos días que no estarán escritas en los programas oficiales de fiestas y que nadie, afortunadamente nadie, será capaz de organizar: la ilusión compartida y las hermosas miradas colmadas de ingenuidad y ternura ante el hecho festivo.








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